Al nombre de Za! responde uno de los dúos más alocados del rock experimental patrio (y extranjero, añadiría). En tiempos de dúos de rock, desde los archiconocidos The Black Keys, Royal Blood, a los menos masivos Death Cab for Cutie o Japandroids, Za! se dan a conocer como una «orquesta transoceánica». Y es que escuchándoles, uno tiene la sensación de encontrarse delante de un auténtico ensemble de músicos, y no de un dúo.
Papa Dupau y Spazzfrica Ehd! son los alter egos de los dos multiinstrumentistas que agitan esta mezcla de rock, jazz, músicas del mundo y componentes desconocidos y absolutamente inclasificables. Samples, loops, percusiones de ritmos libres, guitarras a ratos juguetones, a ratos golpeadoras, sintetizadores y vocoders son señas de identidad de la diversidad sonora que podemos encontrar como marcas de la casa en sus discos. Mención especial requiere el multiaclamado Wanananai, referencia, para un simple aficionado, imprescindible de la música española reciente. Y dos años después, tras girar por medio mundo han escrito, compuesto, producido, grabado, editado, mezclado y empaquetado (como grandes seguidores de la filosofía DIY) su nueva referencia: Loloismo. Pues bien, tomando como referencia su estela músical, uno empieza escuchar este álbum con una excitación de carácter considerable, intentando no sentirse influido por lo que pueda pasar.
Loloismo es a primera vista un «back to the origins». Un disco que se reconcilia con sus primeras referencias discográficas (Macumba o Muerte, o el más destacable, Megaflow) en la medida en la que se nota cierta pérdida en su lado más salsero y bailoteable del que su último disco desprendía. En Loloismo tres de los cuatro primeros temas sacan un catálogo de potentes guitarras, y percusiones sin la más mínima timidez: en Mundo Estrella, los riffs son alocados, y los loops súbitos. Son canciones de dureza sonora, percusiones estridentes y guitarreo sin cortes, que huele a esas primeras referencias de sutil carácter post-hardcore y math-rock. Si bien tildar a los Za! de un género concreto es una locura, es evidente este retroceso de los loops de trompetas y guitarras más afro y jazz que había en Wanananai.
Sancha, se constituye como una tregua a este bombardeo inicial -emplazamiento ideal- que el oyente agradece, con suaves acordes, y un ritmo más relajado de corte jazzístico.
Tregua que sólo dura hasta los dos Hablas cómo Autechre, tema tipo del imaginario de los Za!, canción en varios movimientos, gritos de sintetizadores locos, frases repetidas como leitmotiv, y percusión trepidante. Si bien he de decir que los El Calentito, o los Casamance (desarrolladas en varios movimientos también) de sus anteriores discos suenan bastante más consistentes que esta doble canción.
A partir de este momento, la parte final del disco se revela en varios momentos realmente brillantes, y que dan el crédito definitivo a este álbum. Loloismo, Aquí huele a Assufre! y el grandérrimo rap Don Autoleyendas, son temas de calibre distinto, pero donde el imaginario Za! se estira y lanza auténticos punchs, de los que esperaría un acérrimo al principio.
Za! siguen siendo uno de los factores más importantes de la música underground y del rock experimental (al menos en territorio nacional). No bajan los brazos ni un momento, el disco sigue en cierta manera la sinuosa linea con la que han ido dibujando su propio estilo y aprovecho para recomendar cualquier oportunidad de verles en directo, donde uno se expone a un arsenal sónico fuertemente abrasivo. Aunque en general, se puede sentir la sensación de que Za!, grandes amantes de la improvisación, ganan en este disco a sus ideas. Las canciones vienen en cierta manera encorsetadas por una nueva potencia, y a quién le gustó Wanananai probablemente encuentre un cambio de rumbo hacia momentos más duros y desdeñados. Por ello, objetivamente, no podemos dejar de apreciar esta tendencia a alejarse de lo que habría sido un disco continuista, pero que subjetivamente lanza la incógnita de saber si exprimen de la misma forma sus originales ideas.
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