Cogemos a unos chicos de Brooklyn, les ponemos a experimentar con cajas de sonidos, sintetizadores, voces agudas y letras cariñosas y sin duda el resultado se llamaría Yeasayer. Y así aparece lo nuevo del quinteto neoyorquino Odd Blood (2010). Después del que sería su disco debut, All Hour Cymbals (2007), nos traen nueva firma.
Se dice siempre que el segundo disco de cualquier banda reciente tiene que restablecer ese primer contacto que tuvo el público con los nuevos ritmos. Y así es en la mayoría de los casos. Los grupos que aparecen suelen instalarse dentro de un género o subgénero y dejar claras las influencias que abrazan, especificando e incluso facilitando a viva voz los grupos de los que beben. No es este el caso de Yeasayer. Si bien con su primer LP se les comparó con bandas como MGMT o Animal Collective, algo que ya sonaba, este segundo trabajo les desliga (no por completo, pero sí en parte) de esa idea inicial que habitaban en sus comienzos.
Unos primeros pasos fructíferos. Recordemos que tras editar Sunrise y 2080 (ambos en 2007) sale a la luz su primer álbum All Hour Cymbals (ese mismo año): psicodelia de la buena, musical y visualmente hablando. Acompañan en 2008 a MGMT, Man Man y Beck, entre otros. Actúan, ese año también, en los escenarios de los festivales más importantes del circuito americano y europeo (Lollapalooza, Bonnaroo, Reading…). En 2009 se edita un álbum solidario por el SIDA, Dark Was The Night, que cuenta con la participación de artistas importantes entre los que destacan nombres como Feist, Bon Iver, Iron&Wine, Yo La Tengo, Sufjan Stevens, The National, Andrew Bird, Arcade Fire y un largo etcétera. Y que incluye también un tema de Yeasayer, Tightrope. ¿Y qué mejor manera de abrirse hueco en la escena?
En febrero de 2010 nos presentaron éste, su segundo álbum de estudio. Bajo el título de Odd Blood, esta vez, se esconden temas con melodías más pop, marcadas con sonidos sintéticos para escuchar muy alto. Algunos de los cortes destacables incluyen ráfagas ochenteras que mejoran sin lugar a dudas una producción cuanto menos divertida. Extraña el tema con el que abren el disco por monótono. Y es que The Children quizá no sea la mejor opción para preludiar el álbum. Pero ya se encargan con Ambling Alp (a propósito del boxeador italiano Primo Carnera) y Madder Red , single principal que ya cuenta con alguna remezcla interesante, de romper cualquier tipo de esquema pretendido. Y así, entre agudo y agudo, siguen desestabilizando corte a corte: O.N.E., Love Me Girl (pataleta amorosa), Strange Reunions y Mondegreen reúnen peculiaridades suficientes para estallar la pista de baile. En total diez canciones, con alguna excepción prescindible y repetitiva: I Remember, Rome. Y un guiño a todo lo anterior con Grizelda. Chris Keating, voz principal de la banda, puede traernos a la memoria a leyendas como Michael Jackson (salvando las distancias) por la ejecución de las líneas, sobre todo en Mondegreen.
Odd Blood, un disco de amor que no ha sido recibido con la misma euforia que All Hour Cymbals (2007). No sabemos por qué. Puede que se rindan a los efectos del LSD, y no sólo en la portada; puede que no dupliquen sonido pero la evolución o el cambio, la mezcla, lo que quiera que traten de mostrar, en cualquier caso es positivo. Los chicos se entusiasman con lo que hacen. Se animan incluso a participar en la producción del Two Suns de Bat For Lashes. Además, Chris presta su voz en un tema de Temporary Pleasures (Audacity of Huge) para Simian Mobile Disco en 2009. Y se aventuran a mezclar a Florence and the Machine y su Dog Days Are Over (2010). Todo un romance que gana adeptos. Avisados amantes de las computadoras y el pro-tools.
Por cierto, se comenta que sus directos son para inmolarse.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 7.5/10