Aprovechando que Rivers Cuomo y los suyos han reeditado el 2 de Noviembre su álbum Pinkerton (DGC Records, 1996), he decidido hacer una revisión de este gran álbum del grupo, y de paso también recordar a los fans de Weezer que ese mismo 2 de Noviembre, Weezer también han publicado Death to False Metal (Geffen Records 2010), un disco recopilatorio de canciones grabadas entre 1994 y 2008 que aún no habían visto la luz. Además, a finales de este mismo mes de noviembre, el cantante Rivers Cuomo va a publicar un libro llamado The Pinkerton Diaries, donde recopila sus correos electrónicos, cartas, fotos, y demás material personal entre 1994 y 1997 que, según el propio Cuomo, nos hará saber qué es lo que él pensaba en aquellos años, y por tanto durante la composición del disco que nos ocupa. Y por si fuera poco, el grupo ha confirmado que, a partir del mes de noviembre, van a realizar una gira por diversas ciudades de Estados Unidos en las que harán 2 conciertos en cada una de ellas para interpretar respectivamente los temas de sus 2 primeros álbumes: Weezer (The Blue Album) y Pinkerton. Así que, el que quiera y pueda (de momento no hay planes de realizar estos conciertos fuera de Estados Unidos), tiene la oportunidad de disfrutar al completo de los indiscutiblemente 2 mejores discos de Weezer.
Dicho todo esto, vamos a empezar a hablar ya del asunto que nos ocupa: Pinkerton.
Cuando Weezer lanzó su primer álbum Weezer (The Blue Album) en 1994, fueron vistos como lo raro de la época, ya que en la escena musical americana triunfaban grupos como Nine Inch Nails, Smashing Pumpkins o Nirvana, grupos en los que sus cantantes hablaban del asco que les daba la sociedad en la que vivían, la depresión en la que vivían, lo infelices que eran, y otros temas similares. Y, de repente, allí apareció un grupo en el que su cantante cantaba canciones sobre lo celoso que era con su novia, de por qué su novia le había dejado o de sus hobbies; temas alejados de la cruda visión social que tenían los grupos mencionados anteriormente y que recordaban a esas letras tan inocentes de los primeros Beatles, Big Star o los Beach Boys; y quizá fue esa propuesta diferente lo que hizo que, además de la crítica (a la que ganaron desde el primer momento), también se ganaran al público (vendieron 3 millones sólo en Estados Unidos).
Y después del éxito del primer álbum, tocó la siempre difícil prueba del segundo disco, y éste fue el primero en el que Cuomo tomó el control absoluto de la composición de las canciones. Pero después de este éxito, también empezó a preguntarse si realmente quería tener la vida de una estrella de rock y, tras acabar la gira del primer disco, Cuomo decidió que quería desparecer durante un tiempo, por lo que se inscribió en Harvard, donde esperaba poder empezar una vida más seria y sentar la cabeza, una vida diferente a la de una estrella de rock. Cuomo decidió que las letras de este álbum iban a ser más personales e íntimas que en el anterior (muchas letras están inspiradas en vivencias del tiempo que pasó en Harvard), y en estas letras y también en las melodías influyó la ópera Madame Butterfly de Puccini (el nombre del álbum viene del personaje B.F. Pinkerton, en The Good Life se habla de chicas japonesas cuando la ópera se desarrolla en la ciudad de Nagasaki, una canción se llama Butterfly), con la que Cuomo estaba obsesionado. El grupo también dijo que iban a buscar un sonido más oscuro, más experimental y más crudo (querían que se pareciera al sonido del grupo en vivo), y al tener tan claro lo que querían, lo produjeron ellos mismos.
Y en este disco, al igual que en el anterior, tocan con esas guitarras herederas del power pop y el rock duro de los 70 y 80, pero desde el inicio ya te das cuenta que no buscan hacer esas melodías tan fáciles de asimilar y tan alegres de su debut, ni tampoco hacer singles que se quedan incrustados en tu cabeza en la primera escucha como Buddy Holly. Y seguramente esto fue lo que tuvo la culpa de que en su salida, este álbum no tuviera ni el respaldo de público ni de crítica (la revista Rolling Stone lo calificó como el peor álbum de 1996), lo cual condujo a Weezer a la separación e hizo que el propio Cuomo llegara a renegar de él.
El disco se abre con Tired of Sex, canción en la que Cuomo nos va nombrando a todas las groupies que ha consigue llevarse a la cama gracias a su popularidad, aunque esta es una situación que no le agrada y se pregunta por qué no puede encontrar el amor, y contiene frases realmente que demuestran la sinceridad que predomina en todo el álbum (“Sé que soy un pecador / pero no puedo decir que no”), y musicalmente vemos como hay unas guitarras afiladas que están acompañadas por ese ritmo tan marcado por la batería, y como a medida que avanza la canción tanto las guitarras como la voz de Cuomo van subiendo en intensidad hasta esa explosión en los momentos finales de la canción, una voz que también a medida que avanza la canción está cada vez más poseída por el espíritu de Frank Black (muy presente en este disco). El disco continua con Getchoo, en la que Cuomo canta sobre una relación con toda la desesperación y lamento posible, que se ve respaldado en los instantes finales por esos coros que acentúan más esas sensaciones. Seguimos con No Other One, una historia ficticia de un novio que habla de su novia adicta a las drogas a la que no quiere dejar porque le asusta la soledad. Y continuamos con Why Bother, una joyita punk pop en la que se habla de que no vale la pena meterse en una relación de la que sabemos que acabaremos mal.
Mención especial recibe la que para el que escribe esto, no es sólo la mejor canción del disco, sino la mejor canción de Weezer. La canción es Across the Sea, una preciosa balada inspirada en una carta que una fan japonesa envió a Cuomo en un deprimente invierno en Harvard que emocionó tanto a éste que se enamoró de ella y al mismo tiempo se deprimió al darse cuenta que nunca la conocería, y a partir de ese lamento están construidas las letras tan sensibles y emocionales de esta canción. Además de las letras, lo que hace tan grande a esta canción, es ver como un grupo de rock es capaz de hacer una balada con esas guitarras tocadas con fuerza y sin la voz del cantante queriendo conquistar a las radiofórmulas sino queriendo emocionar al oyente para transmitirle los sentimientos y la emoción que a él le produjo recibir esta carta; es decir, Weezer hacen una balada en la que son fieles al sonido que hay en todo el disco, no hacen como muchos otros grupos de rock que siempre tienen alguna o varias canciones (incluso algunos en el peor de los casos, el disco entero) en el disco en las que ablandan su sonido para hacer la típica balada ñoña, simplona y descafeinada con la que aspiran a arrasar en las radiofórmulas, que pasa con más pena que gloria (en la mayoría de casos), y que crean en algunos de sus fans una pérdida de estima e hacia ellos.
Después de este paréntesis, continuamos con The Good Life, canción inspirada en la situación de Cuomo en Harvard donde, al darse cuenta de la vida aislada y recluida que llevaba, comienza a pensar que se está haciendo viejo antes de tiempo y decide que ha de volver a la “buena vida”, una de las canciones más efectivas en el directo gracias a ese estribillo tan infeccioso que posee. Le sigue la que fue el single de presentación del disco, El Scorcho, un tema con una estructura atípica, ya que cambia de ritmo a lo largo de la canción, que fue una de las causas de que no funcionara como single y en la que nos habla de la timidez y la inseguridad a la hora de acercarse a una chica que le gusta. Y continuamos con otra de la mejores, Pink Triangle, una potente canción en la que Cuomo nos cuenta cuando una vez en Harvard se enamoró de una mujer con la que quería casarse y formar una familia, pero luego se dio cuenta de que era lesbiana, una gran canción y una gran letra. A continuación, Falling for You, que continúa con la historia de El Scorcho, pero aquí el chico ya es capaz de acercarse a la chica y hablar con ella. Y el disco se cierra con una preciosa balada acústica Butterfly, que hace preguntarnos por qué Weezer no harán más canciones como ésta.
Bien, pues ya hemos terminado con este disco, no sólo uno de los más importantes de los 90, sino de toda la historia (para bien o para mal es una pieza fundamental para los grupos emo, debido a su tono confesional, a esas guitarras estridentes y a los chillidos de Cuomo a lo largo del disco), que fue incomprendido en su tiempo, y con el paso del mismo, incluso los que lo menospreciaron en su lanzamiento como la Rolling Stone, han sabido reconocer su valor y su legado.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 10/10