WAVVES – V

Finalmente y tras todo el lío con su sello discográfico –el no muy humanitario- Universal, Nathan Hill ha logrado lanzar su quinto álbum junto a su banda Wavves, el segundo con un gran sello, del que no tiene muchas cosas buenas que decir. El cuarteto californiano lleva ya bastantes años de rodaje con este punk psicodélico de energía surf que les ha convertido en una de esas bandas indispensables para el verano, pero que no termina de calar ni en la crítica ni en el gran público, a pesar de su ya mencionada affaire con los grandes de la industria.
Después del oscurantista y (más que sus predecesores) serio Afraid of Heights, este V resulta una especie de vuelta a lo básico pero por un camino ligeramente diferente, con un toque más hastiado y sarcástico, seguramente inducido por la ruptura de la que Hill habla en las entrevistas sobre el álbum, y por todo ese consumo de alcohol que también referencia el vocalista. Al igual que Foals, parece que Wavves han compuesto el álbum también en cierto estado de ebriedad, que desconcertantemente les ha llevado igualmente por el camino de lo accesible y divertido sin renunciar al sonido que les caracteriza.
En los 31 minutos que dura el “largo”, Wavves despliegan un abanico de hits pop-punk con los que agarrarse una gratificante experiencia melancólica post veraniega en pleno octubre, cosa que suena mucho peor de lo que es. Cualquiera de las 11 canciones vale para pasar un rato divertido dando brincos, fumándose tabaco y algo más, o tomando unas cervezas con un filtro 1977 y ciertas pintas bohemias. Las letras sobre resacas, borracheras, mandar un poco lejos a alguien, o simplemente ser uno mismo, caminan en el borde entre la mayor de las negatividades y un optimismo genial de cara a las experiencias, como si todo lo que se narrase fuese gracioso a pesar de ser triste, o malo para el que lo cuenta.
Pero en ellas reside poca parte relevante del contenido del álbum, que a pesar de esta especie de reminiscencia triste está repleto de melodías pegajosas e incluso bastante memorables (¡!), y es que este es desde el punto de vista musical (hablando concretamente de Wavves y su intencionalidad que se limita a la borrachera, diversión y demás) el mejor álbum de Wavves. Temas como Pony, My Head Hurts, Heavy Metal Detox, o Heart Attack contienen estribillos sensacionales que invitan encarecidamente al oyente a repetir el álbum, y a invitar a otros a escucharlo, por la mera sensación positiva de la -en este caso- genial guitarra, que viene además secundada por un (hasta ahora bastante ausente) postpunkero bajo que no pasa desapercibido tampoco en Tarantula o Way Too Much.
Esta media hora será a partir de ahora (junto a King Of The Beach) la mejor forma de recomendar y referenciar a Wavves, y un nuevo paso “hacia adelante” por su parte. Aunque bien es cierto que tampoco es que estén avanzando hacia un lugar concreto ni haciendo música realmente reseñable para la historia de nuestra era contemporánea, eso no es razón para dejar de disfrutar de los riffs joviales y juveniles de Hill y los suyos, que una vez más, y mejor que nunca, vuelven a hacernos disfrutar de su desenfadada y desenfadadora música.
 
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