Aviso para navegantes. Y lo comunicamos desde ya a los más susceptibles. Esta reseña no es demasiado objetiva. Pero todo tiene su explicación, no lancéis el grito al cielo tan rápidamente. Hace pocas semanas hemos tenido la fortuna de escuchar cómo suenan en directo y sobre un escenario los temas que marcan los Mapas, nuevo y flamante disco de Vetusta Morla y eso influye y mucho a la hora de escribir esta reseña, creednos. Porque si alguien no ha leído en Crazyminds la crónica de uno de los conciertos que los de Madrid ofrecieron en Barcelona, que lo haga y lo entenderá todo. Y también lo entenderá si se acerca a alguno de los directos que Vetusta Morla están ofreciendo alrededor de nuestra geografía estos días. Y es que Mapas, sobre un escenario, suena de diez.
Aprovechando que esta semana llega precisamente a las tiendas este nuevo disco, nos centramos en su análisis. Como veis, no nos hemos precipitado y hemos preferido digerirlo con calma y saborearlo antes de ofrecer nuestra valoración.
El segundo trabajo de Vetusta Morla se esperaba desde hace mucho, quizá demasiado tiempo. Y es que ya se habían desgastado hasta la saciedad, y algunos, los que ahora los critican sin piedad, incluso habrán llegado a aborrecer, los temas de su ópera prima, Un día en el mundo. Porqué sí, sonaron y mucho. Y sí, necesitábamos ‘más madera’.
La verdad es que el listón que se marcaron los de Madrid estaba MUY alto para superar este primer trabajo. Pero a pesar del hándicap establecido por ellos mismos, han vuelto a conseguirlo. Han vuelto a crear temas que atrapan a sus incondicionales y a aquellos que les habían tomado cierta manía también (aunque no lo confiesen abiertamente). Han impregnado a sus canciones, de nuevo, de su inconfundible ADN. De esa poesía impresionista suya y de sus melodías de carácter épico. Y han vuelto a tejer himnos que corear en los conciertos y que tanto gustan a su legión de fans. Esto último está empíricamente demostrado por quien escribe, señores: ¡Palabra!.
En una sola frase podríamos resumir a groso modo su Mapas, y nos remitimos a la letra de la canción que pone título a su último trabajo precisamente: ‘NO es un paso atrás, es un paso más’. Uno importante. Contundente. Igual algo discreto a primera escucha, pero significativo al fin y al cabo y grande si lo escuchamos atentamente y de forma continuada. Porque Mapas es un disco que crece. Un disco en el que puedes perderte en una primera escucha, pero en el que te encuentras tremendamente a gusto cuando conoces sus caminos y atajos ocultos por los que perderte esta vez sí, a conciencia. Vetusta Morla se han mantenido bastante continuistas y fieles a su estilo. Coherentes. Algunos les recriminarán aquello de repetir fórmulas, de repetirse en general. Sobre todo aquellos escépticos que los consideran comerciales a estas alturas, aquellos a los que les encanta etiquetar y ocultan que en el fondo todavía les siguen. Y es que ya se sabe, el éxito no es nada indie. Otros les buscarán mil y un peros precisamente por ello, les acusarán de flaquear con las letras. Letras que siguen siendo marca de la casa. De carácter impresionista, llenas de iconos inconexos pero que crean escenarios surrealistas, complejos, abstractos, pero preciosos al final. Así que dejaos de prejuicios absurdos y escuchad reposadamente, sin prisa y no una vez, sino unas cuantas, el nuevo disco de los de Madrid. Pues reitero que crece a cada escucha.
Crece como la primera de las canciones que ponen una X en Mapas: Los días raros. Un tema que comienza suave, muy suave. Despacio. Los acordes de un piano nos acompañan, nos dan la mano, mientras caminamos hacia el interior del universo ‘vetusto’. Cerrad los ojos y dejaos llevar por la voz inconfundible de Pucho. Sin daros cuenta, os llevará a un final que explosiona, que estalla, ‘y acaba en eco’. Y entonces ya estaréis perdidos en los Mapas de Vetusta Morla.
Un ‘Mapa’ imprecisamente bello en el que, tras Los días raros, viene y atrae como un imán Lo que te hace grande. Un tema valiente, belicoso pero alegre y tremendamente optimista. ‘No hay ecuación, ni fórmula genial que te ayude a comprender lo que asoma detrás’. Y lo que asoma tras éste es uno de los temas escogidos por la banda para darnos pistas y no desorientarnos en su nuevo trabajo. En el río, una de las canciones con las que presentaron este disco. Tremendamente contagiosa y potente. En directo permite a Pucho recrearse con bailes a lo Thom Yorke en los solos de guitarra. Vale, no pretendía hacer la típica y tópica comparación con Radiohead tan sobada y cansina, pero hay pinceladas de ellos en su actitud, a veces. Pero cada uno en su lugar y salvando las distancias oportunas. Cada uno en su camino. Caminos que en los Mapas de Vetusta Morla son de Baldosas amarillas. Un tema que es todo un regalo. Que puede pasar desapercibido la primera vez que se escucha pero que es un verdadero diamante en bruto. Tema selecto, es de aquellos que se degustan a base de escuchas, llegando a convertirse, seguramente, en el tema favorito de muchos a la larga. Delicada y preciosista. De frases contundentes y profundas. Surrealista como el cine de Buñuel al que se homenajea en su letra. Y ‘Como un proyeccionista de cine lanzando al aire la luz que nos engaña al pasar’ nos quedamos Boca en tierra, otro de los temas de tono épico y valeroso que nos despierta de la ensoñación del tema anterior. Que nos ciega cual relámpago y que prepara el terreno al Hombre del saco. Uno de los TEMAS en mayúscula del disco y que se ha convertido en el himno más coreado y demandado en los últimos conciertos. Y por ello guardado concienzudamente como as en la manga para estallar en los bises. ‘Tómalo, no hay dolor’. El hombre del saco, en el que destacan las percusiones, es original, diferente y uno de los puntos claves para no perderse por los Mapas de Vetusta pero tampoco hay que olvidar de marcar en él la canción que le sigue y que se titula igual que suena.
Maldita dulzura que es suave, amable, fascinadora, gustosa, con toques latinos. Influencia de su gira por Latinoamérica quizá y homenaje, tal vez, a esa tierra. De letra amarga como el tequila pero tremendamente bella. Pero para maldita la dulzura de Vetusta Morla que nos seducen como nadie y nos hacen rendir a su encanto en este tema también. Canción delicada que nos lleva a la siguiente postal sin marcar: Cenas ajenas. Porque sí, el disco es, literalmente, una colección de postales escritas de puño y letra, pero sin remitente y enviada desde un lugar impreciso de este Mapas para nuestro uso, disfrute y reflexión. Postales como con la que encontramos llegando al final de este viaje: Canción de vuelta. Un tema tierno en el que se muestra de nuevo esa dulzura suya y que ‘tiembla como un niño frente al mar’. Y antes de ‘volver’, de donde partimos, nos ponemos el Escudo humano. Otro de los temas reivindicativos, cargados de optimismo y esperanza, que explosiona y donde las guitarras suenan rebeldes, revolucionarias, como la voz y la actitud de Pucho que canta alto y claro, valiente, sincero y sin miedo. Canción que nos viene que ni pintada estos días de inconformismo y cambio social. Porque ‘nos queda mucho más que hacer, que ver en la televisión, cómo el mundo se apaga’. Y así de fortalecidos, Vetusta Morla se dejan ir y, a su vez, también nosotros nos dejamos llevar por este último tema: Mi suerte. Hacemos escala en el último punto marcado en este Mapas. Un tema con el que llegamos al destino final, de atmosfera sombría. Una última etapa que parece que nos invita a reflexionar sobre todo lo que esconde este disco. ‘Propongo repartir las cartas que me han traído aquí, ahora le toca a ella decidir’. Y que concluye en unos puntos suspensivos cargados de sentido, de significado, que no son fruto del azar.
Porque sí, la suerte está echada. Ahora es el público el que tiene la última palabra, que no la crítica, que también, pero a su manera. Y por lo visto y vivido en Barcelona hace unas semanas, el público ha decidido rendirse a esa suerte, rendirse otra vez ante Vetusta Morla, como la primera vez y ponerle buena nota. Muy buena. Agotando entradas y entregándose como si no hubiera un mañana a los de Madrid en sus directos. Y es que, a pesar de algunas críticas algo ‘impertinentes’ para Vetusta Morla, ‘no hay colisión, ni ley, ni gravedad, que les pueda hacer caer, aunque tiren a dar’. Lo saben y los hay que tiran fuerte y con ganas. Pero a pesar de todo, los de Madrid toman su rumbo, el que quieren y como quieren en cada disco. Sólo ellos confeccionan la ruta y deciden el rumbo a seguir en cada ‘mapa’, guste a quien guste. Y de momento las cosas no les van nada mal pues siempre llegan, y lo hacen con éxito, a su destino.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8/10