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DEATH IN VEGAS – TRANS-LOVE ENERGIES

Muy bien, preparados, listos, ¡ya! A escuchar con ganas el último y esperado disco de Death in Vegas, Trans-Love Energies, después de siete años sin dar señales de vida. Resultado de la primera escucha: no sé si cortarme las venas o dejármelas largas. No es que el disco sea malo (aún incapaz de apreciarlo), es que en él se distingue un pesimismo y una tenebrosidad que deja al que escucha con el ánimo de lo más triste. Y si encima lo comparamos con sus discos anteriores, la maravilla del Scorpio Rising, entre otros, aún nos quedamos más negativamente sorprendidos. Tal vez esperaba encontrar algún tema que repitiera el esquema de canon al que se le van añadiendo instrumentos de modo hipnótico, como en aquel Dirge y alguna que otra más, pero no es el caso.

Muy bien, hagamos higiene mental e imaginemos que no conocemos de nada a los que estamos oyendo. Resultado: aburrimiento y tristeza infernal. Exceptuemos algunos de los temas como el segundo corte Black Hole o Coum, pero el resto, nos llenan de un malestar oscuro e incierto. Varias escuchas más: el aburrimiento y el tedio siguen, pocas ganas de repetir, aunque alguna cosa más que vale la pena hay por aquí; el último tema, Savage Love, sigue el esquema antes mencionado, venga, algo que transmite. Algún otro de electrónica hacia el chill out como Your Loft My Acid o Medication, sencillez pasada por múltiples transformadores, pero que apenas logran transmitir nada. Bien, no nos gusta mucho, pero si volvemos a recordar la trayectoria de Death in Vegas, no podemos evitar reparar en que siempre han hecho lo que han querido. Lo que les ha dado la gana. Así que no es tan raro, ni malo, ni extraño, están en un momento gótico y así lo expresan. Es posible que se trate de una obligación de hacer un disco por contrato y lo han hecho con pocas ganas, o simplemente están en una época en la que se ponen la angustia infernal por montera. Extraño también el hecho de las pocas colaboraciones que hay en él, ya que el mismo Richard Fearless, componente de Death in Vegas, canta varios de los temas y se aprecia la colaboración de la canadiense Katie Stelmanis, pero aún así, el disco entero es aburrido, soso y no muy agradable de escuchar. Se supone que va a salir una segunda parte del disco en la que habrá nuevos temas y remixes de los ya existentes. Sinceramente, pocas ganas de comprobarlo.

Tal vez a los amantes de los tópicos más siniestros les pueda encantar, tal vez mi gusto no coincide con el da la mayoría de los musicales electrónicos, y, cierto, algún tema que vale la pena como los ya mencionados se puede encontrar escarbando en él, pero sin tener en cuenta de dónde viene, es de lo más soso y poco atractivo que he oído en mucho tiempo.

Espero que sea un bajón en su carrera o un «ahora nos ha dado por hacer esto», pero desde luego, están en otra onda de la que vienen. Y es que siete años no pasan en balde.

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 4/10

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