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TOUNDRA – VORTEX

Vortex es el quinto trabajo de los madrileños, el primero en abandonar la ordenación numérica, es una muesca más en su visión del postmetal, el postrock y el sonido espacial instrumental. Una vuelta a lo esencial sin abandonar el futuro de una carrera que sigue dando frutos selectos.

Tras Exquirla, junto a El Niño de Elche, que muchos quisieron ver como el Omega del nuevo milenio, en vez de una conjunción entre dos estilos innovadores y aparentemente alejados que dio como resultado una obra única y personal, sacando la mejor del talento de los dos proyectos; los chicos de Toundra parece que se han sentado y han dicho: «¿Y ahora qué?»

El problema de estas refundaciones es que o te alejan demasiado de tu propia personalidad o te vuelve demasiado a las raíces, abandonando parte de la evolución natural del proyecto. Ninguna de estas cosas ha sucedido con Vortex. Más bien parece que el cambio se ha producido en la introducción de diferentes texturas y diferentes imaginarios visuales y sonoros sobre los que seguir siendo Toundra.

Vortex vuelve al postrock y al postmetal eso es indudable, pero apuesta por llevarnos a un camino árido con muchas confluencias hacia el stoner y a una conexión con el desierto pero no sólo el norteamericano, sino el africano. Esas arenas de Argelia, Libia, Marruecos…, que son la esencia de un tema como Tuareg, una de las apuestas centrales de Vortex. Pero también a los aromas andalusíes sobre los que planea un tema como Cobra y parte de sus estructuras, sobre todo al final del tema, que a mí me hacen pensar en como sonarían unos J y Florent abandonados al postrock en vez de al shoeagaze flamenco. Ambos son temas que van muy fuerte y dejan el disco en lo alto son esas guitarras poderosas de Maca y Sergio, sobre una potente base rítmica que no da tregua. Tregua que encontramos en Cartavio, un tema ideal para poner banda sonora a una hipotética película basada en La Onírica Búsqueda de la Desconocida Kaddath, de Lovecraft y que nos sirve de preludio a Kingston Falls, un tema que pese a lo corto de su duración aporta mil y un matices melódicos.

Con Mojave empieza lo que sería la segunda parte del disco. Un tema de 11.11 minutos que es un homenaje a lo que sugiere ese nombre tanto por la parte stoner, como por la parte más dreamy, la que da inicio al tema y que puede recordar a la propuesta de Mojave 3. En esta parte no se niegan a incorporar bases electrónicas que ahonden en esa perspectiva para acabar configurando un tema que poco a poco muta para fusionar a Toundra con los Kyuss de Welcome to Sky Valley, los de Homme, Reeder, Bjork y García.

Roy Neary, homenaje ufológico de la banda a Encuentros en la Tercera Fase, nos lleva hacia la parte espacial de Toundra y de Vortex, y nos deja listos para Cruce Oeste, un tema clásico de la banda. De esos que crecen en cada escucha y que es el compendio de todas las propuestas de la trayectoria de Toundra. Contundencia, onirismo, espacialidad, aridez, melodía, armonías, cambios de tempo, juego de intensidades, etc. Una delicia que nos va a transportar en un viaje musical a diferentes estados anímico-emocionales.

Vortex no sé si será un punto y aparte, un punto y seguido o un etcétera dentro de la carrera de la banda, lo que sí tengo claro es que mientras podamos seguir disfrutando del talento creativo de una de las mejores bandas de postrock y postmetal, estaremos siempre de enhorabuena.

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