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TITUS ANDRONICUS – LOCAL BUSINESS

Local BusinessLo primero que el oyente hará cuando ponga Local Business en su reproductor será comprobar en la cubierta si ha comprado un disco de Titus Andronicus o ha echado mano a otro grupo diferente. Enseguida se convencerá de que sí, que está oyendo a Patrick Stickles… aunque aquí también tendrá sus dudas.

 

Efectivamente, tal como anunciaron este verano, no tan sólo han remodelado la banda, sino que han cambiado el sonido. Y no se trata únicamente de la edición y la producción: Local Business no es tan visceral (no tanto, quiero decir) que sus predecesores; sin embargo, la rabia no ha desaparecido, al contrario, sólo que su canalización es más sutil, más «artística», si se me permite decir, sin minusvalorar, ni mucho menos, The Monitor (con el que disfrutamos de un espectacular pogo un viernes tarde, ¡a las siete de la tarde!, en el Primavera Sound del 2010) ni The Airing of Grievances; ni menospreciar el arte más punk, la rabia desatada, el desaforamiento, la pasión sin control. Pero Local Business es otra cosa, tiene la categoría y la clase de quien sabe transmitir la desazón sin aspavientos; y, por ende, llegar mucho más allá, desgranar las razones de la rabia, liberarla de la prisión de las entrañas y hacer de ella un tema de (más o menos) serena reflexión con el que impresionar nuestros sentidos. No estoy diciendo que vayamos a sentir el síndrome de Stendhal, pero sí que calará hondo en el lóbulo dedicado a la memoria musical.

 

Y todo esto sin sacrificar en rapidez e inmediatez. Pero desde Ecce Homo (una declaración de principios de Stickles, preñado de esa amargura marca de la casa; nada que ver con la restauración de doña Cecilia de Borja) a los cuatro últimos temas en los que se hace más patente, nos encontramos con una obra que parece mucho más conceptual que las anteriores, aun a pesar de las declaraciones del cantante. Local Business se desarrolla como una sinfonía punk-rock a la vez contemporánea (esta parece la época adecuada para el punk, sin duda) y extrañamente clásica, como si Bruce Springsteen tuviese como banda a The Clash y no la E Street Band; una vez desnudos los Andronicus de la ampulosidad que los caracterizaba, la angulosidad de las guitarras reclama cercanía y complicidad. Sin sacrificar, insisto, ese primitivismo tabernario que deja deliciosos estribillos como los de Upon Viewing Oregon’s Landscape with the Flood of Detritus o My Eating Disorder. Pero, aunque las canciones no se deban a un tema global, como parecían ser las de The Monitor, musicalmente sí que responden a una unidad temática. Una sinfonía sin adagios, de acuerdo, pero con la calma y la madurez de un grupo que, una vez han luchado con vehemencia por un puesto, tienen la confianza necesaria para desplegar toda una paleta de sensibilidades (desazón, amargura, pero también ironía, pasión, diversión) y tender puentes a ese rock universitario más en la línea de Pixies, Pavement y alguna reminiscencia a sus paisanos Yo La Tengo. La grandeza de In a Big City, la sensibilidad más cercana al gospel de In a Small Body, y la jocosidad de (I Am the) Electric Man forman una tríada que se saborea con una sonrisa en la boca y los pies prestos a bailar.

 

Local Business se revela, al final, como un disco generoso, una sublimación de influencias bien aprendidas y puestas en práctica con sinceridad, energía y cercanía. Una oda urbana, vital y vibrante. Esperamos volver a bailar pogos a la hora en que nos lo programen, sabedores de que el baile no deja de ser, y con Titus Andronicus vuelve a ser, una plegaria a nuestra terrenalidad.

 

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8.5/10

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