Incansable experimentador dentro y fuera del estudio de grabación, el guitarrista de Sonic Youth sigue arrasando allí por donde pasa. No importa si se trata de la banda sonora de una película independiente o de una colaboración con músicos salidos de los lugares más variopintos de la escena musical norteamericana. Thurston Moore se atreve con todo.
En Demolished Thoughts, este enfant terrible del indie vuelve a hacer las suyas con la simple ayuda de una guitarra acústica. Bueno, de una acústica y de un batallón de efectos y arreglos comandados por un Beck que, más que firmar la producción, debería figurar en los créditos como co-autor del álbum junto a Thurston. Algunos llevábamos meses con la oreja pegada, a la espera de lo que pudiera dar de sí un experimento tan arriesgado como meter en un mismo estudio a estas dos cabezas inquietas, cuyo hobbie habitual consiste en ponerlo todo patas arriba.
Sin embargo, a pesar de este juego a dos bandas, la sensación que queda tras escuchar Demolished Thoughts es la de haber asistido al álbum más personal e intimista de toda la carrera de Thurston Moore. Como si el norteamericano se hubiera embarcado a solas en uno de sus viajes sin destino ni dirección. Claro que ahí es precisamente donde el guitarrista se desenvuelve con soltura. Allí donde no hay reglas, donde no hay barreras ni nadie que le diga lo que tiene que hacer o dejar de hacer. Allí donde sólo queda guiarse por el instinto. Allí donde parece que no te puedes agarrar a nada, ni a nadie, aparece Thurston para salvarnos con otra de sus pequeñas obras maestras.
Con un comienzo a lo Nick Drake, el álbum se pierde entre reminiscencias a Tim Buckley y al Van Morrison de Astral Weeks. Dos compañeros de viaje con los que el guitarrista se asegura colocar a la estructura estrofa-estribillo continuamente entre la espada y la pared. Los cortes del álbum se estiran y se contraen a las órdenes de un Thurston, que más que interpretar las canciones, se deja llevar por ellas hasta que estas se le escapan de las manos. Cuando la guitarra parece perder la batalla, allí aparecen los violines para tomar el relevo, y cuando no, la voz de un Thurston que merodea entre el sentimentalismo (Blood Never Lies) y el viaje lisérgico (Space).
Bajo esa piel acústica, Demolished Thoughts promete dosis de psicodelia y sonido sinfónico, de pop luminoso y punk, a todo el que se atreva a echarle un oído. El resultado final: guitarras que nos hacen llorar, guitarras que nos hacen gritar, guitarras que sueñan con ser algo más que una simple guitarra. El neoyorquino conoce desde hace muchos años las posibilidades ilimitadas de su instrumento de trabajo, y no duda en explotarlas cada vez que tiene una ocasión. Ya lo hizo en su último aventura en solitario, Trees Outside The Academy, y ahora vuelve a intentarlo, librándose de paso de cualquier atadura.
Demolished Thoughts es su manifiesto contra cualquier barrera, contra cualquier etiqueta que se atreva a frenar esa mente atormentada que atesora. Todo parece fruto del azar, dejando que la diosa casualidad haga de las suyas, dejando que el conjunto se termine confundiendo en una misma melodía, en una gran sinfonía de arpeggios y ritmos sin principio ni final. Un caos en el que Thurston se mueve a su antojo, observando desde lejos como las cosas caen por su propio peso, poniendo énfasis cuando la canción lo requiere y dejando al instante que las notas se sucedan sin solución de continuidad.
Mientras tanto, el espectador lucha contra lo imposible, incapaz de saber dónde empieza y dónde acaba cada corte, cada melodía, cada estribillo. Incapaz de subrayar una canción, un instante, por encima de los demás. Perdido en la que es, desde ya, otra pequeña obra maestra del escurridizo Thurston Moore.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 9.5/10