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THE WONDER YEARS – SISTER CITIES

The Wonder Years son un grupo al que etiquetan como pop-punk y que para mí hacen música alternativa mainstream en la onda de 30 Seconds to Mars y heredera del (mal-llamado) emo que cruzó carpetas con fotos de Blink 182 y Linkin Park con At the drive-in. Es decir, un estilo de música que sólo se puede entender como “comercial” en ese contexto cultural acostumbrado al rock. Porque por muy alternativo que haya sido OT que los/as chicos/as han cantado temas de Izal y Vetusta Morla o Rozalén es impensable una propuesta en el top ten en España con las murallas de guitarras que plantean en su sexto disco los de Pennsylvania.

Raining in Kyoto es un trallazo en el que la emotividad gana a la técnica con un contundente decálogo de buenas prácticas estilísticas. Pistas superproducidas efectistas con hasta tres guitarristas (Matt Brasch, Casey Cavaliere y en ocasiones acompañados por el multi-instrumentista Nick Steinborn) y una base rítmica que tumba con Mike Kennedy a las baquetas y Josh Martin al bajo para que la voz de Dan «Soupy» Campbell en mitad de la tormenta pueda expresarse bien arropada con esa inquietud en las estructuras de los progresivos Coheed and Cambria que en Europa nunca han acabado de despegar. Teclas, programaciones y sintetizadores tienen hueco en las composiciones bien para reforzar en los momentos álgidos con capas y trucos varios, y en los momentos de calma, logrando que todo luzca de otra manera. De forma más ambiental. Así se abre el segundo corte, desde la reflexividad de la voz en Pyramid of Salt hasta que llega la nueva oleada de rabia y angustia épica.

It must get lonely y Sister Cities ahondan en esa capacidad para crear crescendos, estribillos dignos del hardcore melódico y que 30 seconds llevan explotando una buena temporada ya. En todo caso, hablamos de temas más bien densos y contundentes aunque haya respiros como los primeros compases de Flowers where your face should Be. Ese preciosismo que A Perfect Circle desarrollaron en el enorme Mer de Noms y que rompió un par de límites mentales en más de una cabeza con una letra que, como el nombre de la banda, nos lleva a cierta nostalgia vivid: The redwoods feel lonely and lunar and distant // The sun comes in fragments through breaks in the tres // And I feel further from home than I’ve ever been // These thin lines of light across space tether you to me // They pull in my memories, back to our apartment on 2nd Street // Through the South-facing window the light catches lengths of your hair // Like a path that you left me.

Heaven´s and Gate (sad and sober) retoma el pulso general del disco para recuperar el tono y la intención con un grito inicial que me ha puesto los pelos de punta (hablo de nuevenoventaycinco, quien conoce esta banda puede entender un poco mejor lo que tenemos delante) para dejarnos en medio de un cenagal con We look like Lightning con una voz temblorosa. Dramatismo y épica que se resuelven en un giro ligero sin llegar a explotar haciendo presagiar algo más grande a medio tiempo en su tramo final de nuevo con A Perfect Circle y el trabajo de Josh Freese a la batería en mente. Pues bien, todo estalla en su momento quizá más claramente hardcore para acabar en un repetitivo texto rajavenas What song do you wanna die to? // What song do you?. Estamos noqueados/as, llega The ghosts of right Now. Música que ahuyenta fantasmas, que los descubre y se planta de cara. Que sean imaginarios o no existan es otro tema.

Cuando comentan ellos mismos sus opiniones de este disco hablan de simplificar en nuevos trabajos las líneas de guitarras. ¿Puede ser porque haya momentos de maravilloso caos no apto para los grandes públicos?. Su error en este caso, me parece una virtud. Pulirlo le quitaría cierta urgencia que aunque les haga ganar definición, su pequeño desastre les une con bandas como Thrice respetadas a todas luces y les saca de etiquetas más pegajosas. When the blue finally came es otra balada que será del agrado de los/as fans del malogrado Chester. Ese puntito de honestidad del tipo que se desgañita sin medida ante lo que siente, pero que a veces se detiene y te lo cuenta sin tanta complicación. Una cuestión bien resuelta en dos minutos. No es cuestión de pasarse de intensitos. The orange grove es otro ejercicio de estilo con una batería muy blink en primer plano llevando todo el peso de un tema muy dinámico (igual por algo giraron en el Vans Warped Tour). Para cerrar el minutaje tenemos The Oceans Grew Hands to Hold Me, su composición más larga en esta nueva entrega con una introducción que guiña al postrock atmosférico de This Will Destroy You en un gran trabajo compositivo y de contención con un colofón a la altura del disco.

Pues bien, en ese contexto “comercial” el sexteto se ha marcado un buen disco con una buena carga de energía post-adolescente y la cuota de angustia y oscuridad justas. Me gustaría destacar una producción inteligente y generosa por parte de la banda/discográfica/productores que juega a favor de cada canción más allá de los elementos individuales. Formados en 2005 en Landscape, estos chicos han conseguido que este nuevo cancionero de once temas que conforma Sister Cities haya llamado la atención de los grandes medios y poner a más de uno/as la piel de gallina. Mientras, aquí, esas perlas que la gente se pone decorando sus rostros para acudir al Coachella, lucen en el Arenal Sound con Maldita Nerea o Alfred; Contextos culturales.

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