InicioDiscos – ArchivoTHE SMASHING PUMPKINS - MONUMENTS TO AN ELEGY

THE SMASHING PUMPKINS – MONUMENTS TO AN ELEGY

Debe ser difícil mantenerse cuando una formación ha sido algo importante en el pasado. De esos bulliciosos 90 de los que salieron formaciones míticas, The Smashing Pumpkins aparecieron en medio del grunge haciendo un rock alternativo con ínfulas épicas y ganas de experimentar.

Del rock visceral de Siamase Dream (1993) a la grandilocuencia de Mellon Collie & The Infinite Sadness (1995), ambos discos fueron piezas clave de esa década, y para la banda parecían que eran la llave que les abriría la puerta a las giras de estadios.

Algo pasó en medio de este viaje al éxito mainstream, y evidentemente fueron las drogas que truncaron el alma de la banda. A partir de ahí la formación luchó para continuar, con viraje electrónico en Adore (1998) incluido. A partir de aquí, entre problemas personales y cambios de formación, la banda cayó en barbecho hasta la publicación de Zeitgeist (2007); disco claramente fallido. Y este pasado 2014, con una formación que nada tiene que ver con la de sus inicios, Corgan publica este Monuments to an Elegy.

Si bien debe ser complicado continuar con una banda durante estos 20 años, más difícil debe ser ver que el resultado es un trabajo que se basa en la intranscendencia consciente, y aún más complicado es que el oyente dé por bueno tal vaporoso trabajo.

Los dos primeros cortes ya nos avisan de que Corgan no tiene intención de cargar mucho las composiciones como nos tenía acostumbrados. Tiberius y Being Beige son temas muy soft con una teclados claramente pop. Continúan con Anaise!, un medio tiempo que parece compuesto por una banda primeriza. Da la sensación de que, ante la intención de meter capas y capas en las composiciones buscando lo épico, esta vez se ha buscado acertar en lo fácil e ir al tema de estribillo, para que el oyente, como mínimo, termine la escucha del álbum.

Hasta el cuarto corte no aparece el sonido marca Smashing con One And All, o con Drum + Fife que parece una cara B de Siamese Dream, pero en medio de estos temas hay composiciones excesivamente dulces y fáciles como Run 2 Me, con un inicio de electrónica de club que parece sacada de una intro de Calvin Harris compuesta en horas de resaca.

¿Qué tiene de bueno el disco? Que es corto, y que se escucha fácil, cosa que en los dos que lo precedían no sucedía. Escucharlos del tirón era un logro de testarudez. Corgan nos ha dado su disco más intranscendente, impersonal y olvidable disfrazado de un nombre grandilocuente que no le hace justicia. Billy, ¿por qué no lo dejas?

Escúchalo aquí:

spot_img