Los chicos de The National repiten melodías y líneas vocales y, en contraposición, mantienen la elegancia y la estética perfeccionista de Boxer (2007). Además, este nuevo álbum muestra numerosas emociones volcadas a través de la grave y estática voz de Matt Berninger (quien, por qué no, recuerda a Leonard Cohen en sencillez y profundidad).
La percusión sigue marcando las proporciones de la banda del Fake Empire. Los pequeños instrumentales que alargan en algunas de sus canciones seguirán deleitando a viejos y nuevos oídos. Asimismo, el piano llama la atención en estas nuevas piezas, haciéndose notar de manera brillante.
Pero con este nuevo trabajo, los trajes y la sobriedad de los americanos esconden esta vez ritmos algo más bailables. Parece que las apariencias engañan. Además, por lo que sabemos, también tienen un sentido del humor notable…
Y, en la portada, una escultura firmada por Mark Fox, The Binding Force. Un detalle más que apreciable dentro del despliegue estético tan británico que desarrolla el grupo, curiosamente afincado en Brooklyn.
Las letras de High Violet tratan temas universales, que no menos complicados. Vuelve el amor con canciones como Sorrow o Terrible Love (para los muy atentos, este tema contiene una referencia al cuento de Lewis Carrol, Alicia en el País de las Maravillas: “I won’t follow you into the rabbit hole”). Y, como la vida misma, todas las historias de amor siempre se ven acompañadas de alguna confesión (Conversation 16), alguna ruptura (Runaway), soluciones drásticas (Vanderlyle Crybaby Geeks) y algún sitio al que replegarse (England).
Un álbum de matices y detalles. Algo menos reflexivo que los anteriores pero con más alcance. Con más poder para envolver tanto en la música como en las palabras. Eléctrico y acústico. Sin excesos, en su línea.
Regresan unos The National más que recomendables. Puede que no rompan ni arriesguen demasiado, o que reiteren la fórmula una y otra vez, pero no pierden la esencia, y eso a algunos nos encanta.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8/10
