The Messthetics es la primera banda de Brendan Canty y Joe Lally después de un silencio de 16 años (pese a que miembros de Fugazi hayan comentado en alguna que otra ocasión que siguen quedando los cuatro para “echar unos toques de vez en cuando”). Es decir, con Brendan y Joe tenemos una de las más increíbles secciones rítmicas de las últimas tres décadas y el resultado es fabuloso gracias al buen hacer y descaro de Anthony Pirog a las seis cuerdas como nuevo cómplice de este par de sospechosos habituales de la escena hardcore que trascendieron el género tanto en forma como en fondo a través de su grupo. Si hablamos de 2/4 de Fugazi.
Así que, este estreno, se convierte en algo muy gordo alejado de los focos de la prensa y los canales de promoción habituales por convicción, militancia y modus operandi de sus miembros. Que además se registre en el local, con su propio equipo, le da al resultado un sello muy personal y en parte, ejemplarizante una vez más. Una vez le damos al play podemos disfrutar de tres palos dentro del álbum: un primer registro que nos lleva al sonido Fugazi (salvando ciertas distancias como es lógico), una serie de pasajes o interludios entre algunos cortes y un tercer registro, mucho más pausado y delicado, con una calidad a nivel de sonido y composición más que notable y que aporta al conjunto un mayor dinamismo.
Empecemos por aquello que era más bien previsible y conocido. En Mythomania, con una base rítmica con sello Fugazi nos encontramos aquellos juegos de percusión clásicos de Brendan que tanto nos hicieron bailar. En este caso, gracias a Anthony aparecen unidos a torsiones dignas del jazz y la experimentación. En Serpent Tongue las escuelas de Chicago y Washington llaman a filas con un riff principal sobre el que desarrollar la canción y sus variaciones. Trepidante, preciso, incisivo, obsesivo y crudo. En esa línea tenemos también Quantum Path. Nada hacía presagiar esa entrada al más puro estilo acdc y encima en sus manos, con un resultado tan desbarrado (¿Don Caballero? ¿A alguien en la sala le suenan?). Este corte, “su tema rock”, es una gozada para los paladares educados en la mítica discográfica Dischord (unida a Fugazi de forma sanguínea) y donde la guitarra nos marca su verdadera altura de miras. Estamos hablando de un cierto ejercicio de estilo que no olvida a la par hacernos disfrutar con esos cortes tan de los noventa que bandas como Jawbox y tantos otros elevaron a la categoría de posthc. Son momentos intensos en los que Brendan despliega con soltura su arsenal rítmico de menos a más sacando el metrónomo interno. Ya en la recta final Crowds and Power es un pepinazo casi entroncado con Black Sabbath para que su público más intelectual pueda llevarse las manos a la cabeza, sujetarla y menear sus ya olvidadas melenas. Baile de alto voltaje, sin paliativos y con baterías dignas del postmetal vía Neurosis o Isis. Muy épico.
Como adelantaba, además de lo que podría ser más o menos adivinable, nos encontramos frente a una serie de composiciones más reposadas y ambientales como Once Upon a Time en la que se muestran insinuantes. Tras la tormenta, el trío se remanga y decide usar sonidos más cercanos al ambient o el postrock. Entre lo cinemático y lo cinematográfico con un gusto exquisito por los paisajes nublados y los pasajes con vocación de interludio. Una delicia en la que son capaces de mezclar ecos de un Neil Young desbocado con bandas como This Will Destroy You o la obra de Nels Cline. Your Own World también nos frena, detiene el tiempo y lo deja en calma. Alcanzamos entonces espacios abiertos y nos damos cuenta de la pulcritud de la grabación que nos ha acabado metiendo en el local de ensayo aka estudio de grabación (es el mismo lugar físico).
Podrías tumbarte boca arriba y notar la alfombra bajo las palmas de tus manos mientras alrededor están tocando. Una pequeña pieza en la inmensidad que deben ser sus cabezas pensantes. The Inner Ocean y su capacidad para reducir el ruido logra que nuestra atención se dirija al fondo del espacio en el que se ejecuta su música de forma magistral. Las guitarras cristalinas nos llevan de la mano a una composición que en sonido y estructura recuerda a mis queridos Karate de Geoff Farina época Unsolved y eso, eso es como para lanzar cohetes. En este pequeño vaivén de temas que van fluyendo finalizan con The Weaver y una serie de arpegios, pizzicatos y arreglos clásicos en otra composición a medio tiempo con la percusión de fondo y el uso de algunos filtros de producción logrando distancia, perspectiva, profundidad. Madera y aire se erigen como elementos principales para cerrar el disco.
The Messthetics al final es sólo la punta del iceberg que podría crear con los años este triunvirato creado para reinar en las tierras donde las coronas sirven para calzar pedales. En conjunto, el debut de The Messthetics es notable, pero no sabemos si será su último trabajo, a veces, estas conjunciones estelares sólo se dan en una ocasión con lo que deberíamos ser conscientes de la excepcionalidad de este instante registrado.