V es el quinto disco de The Horrors. Quinta vez que los británicos nos sorprenden con un álbum. Porque su trayectoria nos demuestra que no les gusta repetirse, y que de ese grupo que debutó en 2007 con aquel rock garagero con puntos de shoegaze y mucha rabia apenas queda nada. Poco a poco fueron suavizando su sonido, con voces menos furiosas (aunque las letras no tanto), dejando las guitarras en segundo plano y llenando las canciones de sintetizadores.
¿Y qué puerta abren The Horrors en V? Todas. Un disco con grandes canciones, muchos matices y una experimentación interesante. En ocasiones este atrevimiento les sale bien, firmando auténticos hits como Machine, Hologram o Something to Remember Me By, otras, las canciones no terminan de funcionar y se quedan en tierra de nadie. Un disco de diez cortes y muchos contrastes, tanto que podemos dividirlo en dos grupos bien diferenciados. Una primera sección que recuerda más a sus orígenes, llena de potencia, con un toque industrial y mucha rabia. En el segundo grupo encontramos una mezcla curiosa en la coquetean con el pop más clásico e incluso con el techno de los 90 en algún tema. Probablemente en esta experimentación es donde se ve más claramente la influencia del productor Paul Epworth, conocido por su trabajo con Adele o Coldplay entre otros.
En el primer grupo se encuentra la canción que abre el disco, Hologram. Desde el comienzo te atrapa (por mucho que te resistas) gracias a una omnipotente línea de bajo y al gran estribillo melódico: una de las destacadas del disco. Machine vuelve con ese sonido grandilocuente, oscuro y denso, con entonaciones que se asemejan por momentos a las de Josh Homme y una letra con un punto de mala leche. Un gran tema con mucha personalidad.
Weighed Down y World Below son canciones prescindibles, por debajo de la media del disco. Aunque el estilo es representativo y suena a The Horrors, con un pie en la oscuridad y otro en la luz, no llegan a enganchar. It’s a Good Life sigue esta línea pero con matices, porque consigue crear más interés que las anteriores. Mucho más redonda y sugerente, acercándose al sonido de Depeche Mode o Editors.
En el segundo grupo de canciones se encuentran Press Enter to exit, con un toque funk en la guitarra y un regusto mucho más fresco, bailable y setentero, sin perder el toque característico de psicodelia. Ghost está a mitad de camino de todo. Brilla con unas guitarras llenas de un fuzz rabioso, pero es un medio tiempo con mucho groove que te lleva poco a poco a la catarsis: de lo mejor del disco.
Point of no reply es un mundo diferente. Más minimalista, pop electrónico sencillo pero bien ejecutado. Un estribillo muy trabajado y las voces en general llevan este tema a otro nivel: un acierto. Gathering es un tema atípico en el disco pero bastante prescindible, más allá de ser curioso por la guitarra acústica en primer plano, una voz serena y pocos arreglos que no consiguen encandilar. Something to Remember Me By es un final perfecto, el mejor tema del disco. Un gran éxito, pegadizo y con el punto de complejidad exacto. Los sintetizadores con un toque vintage nos recuerdan a la música progresiva de los 90 y es todo un acierto.
Un disco sólido y variado, con algunos patinazos y grandes canciones que quedarán para el recuerdo. ¿Y en el futuro? Con los chicos de Faris Badwan nunca se sabe y eso es lo mejor. En este mundo de estribillos fáciles y canciones previsibles se agradece un grupo que intente romper con todo en cada disco. Que no dejen de sorprendernos nunca, por favor.