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Tennis – Yours Conditionally

Queremos despertar y hallarnos inmensos en una época en la que Kylie Minogue seguía en Neighbours y Olivia Newton-John era tendencia junto a los cardados y las hombreras. Una reminiscencia directa habrían sido los sintetizadores, pero quedaron atrás en 2016 y de ello han tomado muy buena nota Tennis a la hora de enfrentarse el que supone su cuarto álbum de estudio Yours Conditionally.

La trayectoria de este dúo y matrimonio conformado por Patrick Riley y Alaina Moore ha ido lenta pero segura, asentándose álbum tras álbum creando ese oasis atemporal que tanto caracteriza su sonido. Escuchar un álbum de Tennis es dar la bienvenida a modas pasadas que son del todo resultonas en la actualidad, y aunque en Ritual in Repeat se permitieron salirse un poco de la tónica habitual apostado por una producción más reposada que no miraba tan directamente a los 70-80, en este Yours Condittionally vuelven sin miramientos a recrear el pop de hace treinta años en diez composiciones que crean un conjunto mágico y fácil de escuchar.

In The Morning I’ll Be Better y My Emotions Are Blinding abren el elepé poniendo de manifiesto el marco sonoro donde encajará todo el álbum: juegos vocales, bajo bombástico, guitarras claras y acertadas y ritmos de batería bien contundentes. Pocas sorpresas vamos a encontrar en cuanto instrumentación salvo algunos momentos que nos agraden maravillosamente como Ladies Don’t Play Guitar o Baby Don’t Believe, dos imprescindibles del álbum.

Lo que uno encuentra a lo largo de Yours Conditionally es un equilibrio exquisito, unas melodías y transiciones suaves, y la que podría ser la banda sonora de una vida idílica. ¿Quién no se imagina esta media hora de música protagonizando una escena costumbrista americana naïve de un adolescente experimentando sus primeros romances?

Ahora bien, aunque tendremos clara representación de momentos como los anteriores a nivel lírico, es interesante como Tennis va un paso más allá en algunos momentos y se alejan del nihilismo que protagonizaban aquellas composiciones pop de los años 80 para dotarles de un significado más profundo. Buen ejemplo de ello es Ladies Don’t Play Guitar, un canto sarcástico que realiza la propia Alaina para criticar que tuviera que aprender a tocar el piano en lugar de la guitarra eléctrica sólo por el hecho de ser mujer.

De nuevo: equilibrio. En el apartado musical se observa que mantiene un sonido común con las subidas y bajadas necesarias para que no resulte una experiencia anodina. En la lírica, muestra una realidad muy dulce propia de la época de la cual está sacado este trabajo mientras la conecta con la actualidad creando una suerte de anacronismo que te atrapa y te obliga a escuchar este álbum de principio a fin creando una experiencia del todo agradable.

 

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