Tras su explosivo debut en 1993 con el homónimo Suede, el grupo de Londres reaparecía un año después con su esperado segundo álbum. A la postre, Dog Man Star significaría una ruptura tanto en lo personal como en lo musical para los miembros de la banda. La salida de Bernard Buttler sería un punto de inflexión decisivo para Suede ya que, para muchos, el sonido de los álbumes posteriores no conseguiría igualar el sonido y calidad de esa primera etapa. En todo caso, no cabe duda de que un halo de misterio recurre el disco de principio a fin.
Tras ser considerados como “la mejor nueva banda de Inglaterra” sin haber publicado aún su primer single The Drowners, Suede se hacían con un puesto entre los grandes y con una legión de fans enamorados de su estética y, ante todo, de sus canciones. La voz épica de Brett Andreson y los riffs afilados de Buttler marcaron a toda una generación de amantes de las melodías. Unas letras llenas de amor, sexo, ciudades y sueños recuperaban, en la Inglaterra de mediados de los 90, la mejor tradición de David Bowie, The Smiths, T-Rex o Rosie Music.
El cuarteto liderado por Brett Anderson y Bernard Buttler, daba una vuelta de tuerca más a un sonido cargado de fuerza, pasión y melancolía. Dog Man Star era toda una declaración de intenciones.
Hits rotundos y cargados de energía como We are the Pigs, Heroine o New Generation contagiaban de intensidad, glamour y ganas de soñar a los más fervientes seguidores de las clásicas canciones pop. Junto a esta línea, las canciones de Dog Man Star transitaban por los caminos de la mística, la épica y la espiritualidad. The Wild Ones, The 2 of Us, The Still Life o The Asphalth World eran canciones para soñadores. La incertidumbre, la melancolía y la oscuridad como un camino distinto y necesario para alcanzar la felicidad y la satisfacción.
Si hay que calificar a Dog Man Star con una palabra, esa es “ambigüedad”. Las canciones y sus letras transitan por la delgada línea que separa la vida de la muerte, el amor del desamor o el éxtasis del fracaso. La evocación de la belleza, la contradicción, el ocaso y los ecos de la ciudad conformaban la mezcla perfecta, el punto de unión entre la complejidad y la simplicidad, el “Universo Suede”.
Pero Dog Man Star no fue un disco fácil. Con el movimiento “Brit Pop” (Oasis, Blur, Shed Seven, Gene, Dodgy, Boo Radlyes, The Bluetones, etc.) marcando la tendencia de lo que iban a ser los años siguientes, Suede transitaban por otros caminos. Y esto no quiere decir que Suede influenciaran y fuesen influenciados por muchos de sus coetáneos británicos. Sin embargo, Dog Man Star no era un disco típico. Canciones más cercanas a la música clásica, no en vano la Orquesta Sinfónica de Londres participó en algunas de las canciones, y una concepción del álbum que recuerda a la ópera y a sus partes: Obertura: Introducing the Band, Interludio: This Hollywood Life y cierre: The Still Life, ponía en bandeja a los críticos de Suede lanzar opiniones negativas. Este fue el sino del álbum pero también de la historia de la banda. Suede no era un grupo de medias tintas, o se amaba o se odiaba. Quizás este elemento influyó decisivamente a la hora de que Bernard Buttler abandonase Suede poco antes de salir el disco al mercado. La presión a la que se vio sometido el guitarrista a la hora de componer, plasmada en la introversión y soledad respecto a sus compañeros, y la lucha de egos con el ya mitificado Brett Anderson, rompió con lo que hasta ese momento había sido Suede. La calidad compositiva de Buttler, plasmada también en gloriosas caras B como Killing of a Flashboy, Modern Boys o The World Needs a Father, era reconocida y muchos vaticinaron el final del grupo. Pero éstos estaban equivocados. La entrada de Richard Oakes a la guitarra y de Neil Codling a los sintetizadores, junto con un Brett Anderson en estado de gracia, dio a los fans un nuevo álbum: Coming Up (1997). Muy bueno, por cierto.
Head Music (1999) y A New Morning (2002) se unirían a la lista de publicaciones junto a la realización de numerosas giras por todo el mundo. Pero eso ya es otra historia.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 9/10