Abordar cualquier nuevo trabajo de Steven Wilson siempre es complicado. Wilson es una de las mentes más preclaras de la música, capaz de trascender estilos y hacer lo que da la gana, como le da la gana y con quien le da la gana siempre dejando un enorme sello de calidad. Pocos artistas pueden decir eso de una trayectoria que abarca más de 20 años, multitud de proyectos, colaboraciones y grupos.
To The Bone, su quinto álbum bajo su propio nombre, demuestra lo que decíamos en el párrafo anterior: que Wilson hace lo que quiere y que los que siguen añorando a sus Porcupine Tree, pueden seguir poniéndose una y otra vez el In Absentia o el Deadwing y disfrutarlos, porque él esta a otra cosa. Tal y como el mismo Wilson ha manifestado, su intención con este «Hasta la Médula» o «Hasta el Hueso», es enfocarse en las emociones que nos llegan hasta lo más interno y para ello, pese a que este no es un disco conceptual, nos plantea una serie de canciones que reflexionen sobre ciertas situaciones actuales como el terrorismo, el drama de los refugiados, el fundamentalismo religioso y a la vez, plantear un escapismo sonoro alegre y optimista como nunca antes ha realizado que sirva como soporte para estas historias. Y de este modo y bajo estas premisas, To The Bone se convierte en el álbum pop de Wilson. O al menos el álbum de lo que entiende Wilson como pop: el Peter Gabriel post-Genesis, Talk Talk y su pop de vanguardia, Tears for Fears y sus exploraciones sonoras en The Seeds of Love, Kate Bush y su The Hounds of Love, la ELO y su Out of The Blue. Pop no convencional y siempre interesante que, al pasar por el prisma de un genio como Wilson, nos da el que, para el que esto suscribe uno de sus mejores trabajos junto con The Raven that Refused to Sing.
Aquí encontramos canciones como Pariah en la que junto a la maravillosa vocalista israelí Ninet Tayeb se nos describe el hastío de cualquier persona medianamente normal ante la tiranía de las redes sociales, el odio y la ausencia de soledad sustituida por una falsa sensación de acompañamiento. Nos acerca, gracias a Tayeb, a melodías que van desde el post rock al pop melancólico o Permanating, que parece compuesta por el mismo Jeff Lynne, y que son los temas que más inmediatos y directos suenan. Entre los nuevos temas, tal vez sean To The Bone, el tema con el que se abre el trabajo el que más recuerde a otros discos de Wilson, aunque tenga ese toque rítmico entre Gabriel y Talk Talk, junto con The Same Asylum as Before, donde suenan más guitarras y recuerda algo a los anteriores trabajos del británico.
Pero a partir de ahí, cada uno de los temas reflexiona y se apoya en las influencias pop en las que ha mamado Wilson, que ama a ABBA, The Beatles y la ELO al mismo nivel que King Crimson, Pink Floyd o Opeth. Nowhere Now, suena a ese pop elegante de los 80 de Tears for Fears, con esos estribillos luminosos y vitales, pero a la vez melancólicos. Refuge nos mezcla electrónica, teclados y psicodelia en uno de los mejores temas del disco con una guitarra que suena a David Gilmour por los cuatro costados. Detonation tiene una parte final que se alarga en una jam con ritmos tropicalistas, tribales y pseudofunks que podrían encajar perfectamente en el The Colour of Spring de Talk Talk, una banda que merece ser recordada por algo más que por su It’s My Life omnipresente en todas las recopilaciones de grandes éxitos de los 80.
Y todo lo hace sonando moderno, actual y con un producción totalmente contemporánea lo que realza el sentido de atemporalidad que puede convertir este To The Bone en uno de los discos de Wilson que más revisitaremos a medida que pase el tiempo. Además las excelentes colaboraciones con Ninet Tayeb, con quien ya colaboró en Hand Cannot Erase, Sophie Hunger o Andy Partridge de XTC demuestran que el talento nunca sobra. Uno de los discos del año.