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STEPHEN MALKMUS & THE JICKS – SPARKLE HARD

Stephen Malkmus fue una especie de semi dios en la tierra desde 1992 hasta 1999 pero sus pies lejos de ser de barro, estaban arraigados en una profundidad insondable de referencias formales e informales. Un lugar creado para la ruptura estilística y el atrevimiento más allá de un talento convencional del que sólo podíamos ser conscientes al ver la intencionalidad de sus actos en cada disco, con cada concierto. Una genialidad de compositor sin barreras, en ocasiones temerario y siempre complejo a la par que virtuoso a la hora de crear melodías, orquestaciones, dinámicas y todo aquello que hizo que Pavement fueran LA BANDA para muchos/as por encima de Pixies o Nirvana. Si bien es cierto que mi filia (sin volvernos locos) con este peculiar “Rey del descalabro de los estribillos” llegó tarde, fue tal el sopapo que me propinó su música que aún me tiembla la oreja. Una suerte tener amigos/as algo mayores que habían cogido las olas de este anti-héroe que rompía sus punteos para fallar donde nadie sería capaz de hacerlo en un ejercicio de valentía digno de un acróbata sin red intentando el más difícil todavía alejado de la autocomplacencia.

Como suele suceder en estos casos, aunque la obra de Pavement nunca bajó escalones (más bien cambiaron de una escalera a otra en cada disco dentro del mismo edificio), sus seguidores/as y repercusión iban en descenso hasta que se unieron los caminos de las desavenencias y las ventas en declive facilitando la separación de un colectivo poderosamente mágico. El meteorito impactó de pleno en la superficie en 1999 después de Terror Twilight y muchos dinosaurios nunca volvieron al redil de sus discos en solitario que plantearía de nuevo, como no podía ser de otro modo, desde otro nuevo prisma. Hubo quien hizo por engancharse al nuevo barco en 2001 para salvar los papeles, pero claro, tampoco el de Santa Monica es de ponerlo fácil con lo que el descuelgue tuvo proporciones bíblicas. Eso sí, sin infravalorar su trayectoria en solitario ya os adelanto que Mr. Malkmus me ha vuelto a dar otro sopapo con la mano bien abierta ya desde la portada con esa pareja disfrutando de las bondades del sol, la costa y el hedonismo pelín aburguesado.

Cast Off no engaña con las manos que la ejecutan, esa melodía inconfundible ha sido punteada a lo largo de los años en temas de Pavement. La primera en la frente. «I need some attention // It’s all that you’re focused on» Empezamos con un Fuzz y un reventón psicodélico. Luces, que girando, nos acompañan en todo este disco. Una maravilla de canción que choca los cinco con los Wilco de la trilogía rupturista sobre la herencia Son Volt. Future Suite y los fraseos de Stephen que saltan a la rayuela al ritmo de la percusión «Run along, good vibrations // Like a bee in the sun». Una abeja un tanto esclavizada dicho sea de paso. Solid Silk y el sonido de los setenta de Filadelfia refinan y pausan el ambiente para en realidad encubrir una buena serie de sentencias claramente ácidas acerca de nuestra sociedad «Colored lucky fiscal plague, information, dust // Piled over everyone // Everyone of us // It’s a violation». Si aún os quedaban dudas sobre la relación con Wilco, o la suma de referentes compartidos, Bike Line os sacará de dudas y una sonrisa Poor cops, they’re so busy // Shuttle in the miscreants // From the streets, to the station // And now they’ve got an audience. Y delicioso es el momento en el que la banda se lanza al disfrute sacando talentos. Stephen Malkmus, Joanna Bolme, Mike Clark y Jake Morris han creado esa conversación entre ellos/as que parecía imposible años atrás. Middle America fue declarada por Pitchfork como un “garabato precioso de canción”, y lo es. Es un viaje a Terror Twilight y la producción más contenida y soleada de Pavement. Finísima.

Rattler comienza sonando kraut y marciana con ese auto-tune. Contraste necesario para no caer en obviedades bajo una sección rítmica que nos lleva a los sesenta y setenta de nuevo. ¿Qué mejor momento para el uso de fuzz y octavadores y así romper cualquier atisbo de modernidad y actualidad en una época en la que el auto-tune debería aparecer en los créditos como un instrumento más dado el uso (y abuso) de él, bien por cuestiones estilísticas, bien por camuflar incapacidades (la de afinar o siquiera entonar). Se queda en un guiño para ponerse un pañuelo atado en la frente y calzar pantalones de campana. Entramos en esa zona más intensa en el disco. Shiggy, contundente, aullada, molesta You got the sticks a-talking // You’ve got a fine imagination // Of all the minor slave // It’s taking forever. Definitivamente guiada por las líneas interpretadas con las manos de Joanna Bolme. Kite se funde entre el folk y la psicodelia de programa televisivo para volar con las alas del sarcasmo Hiding out // Flying lower than a kite shoved in the closet // No deposit, no return // Just right now // I’m not looking for the kind of guy who’ll turn my third place medal into gold. Un tema que quizá sea más disfrutable con horas de vuelo en estilos no puramente rock, pero que, al igual que el disco, te hace mover la cabeza. The time has come and passed // And now I gotta go en un cierre de tema espectacular con mucho del ineludible Nels Cline. Volar muy alto requiere de un buen paracaídas y ser capaz de superar las limitaciones para disfrutar de las vistas desde allí. Los pelos como escarpias. Brethren lleva una de esas afinaciones y conjunción de acordes no aptas para puristas y en unos segundos todo encaja dejando hueco de nuevo a esos violines que adornan no pocos memorables momentos. Lo del vocoder, una gamberrada 2.0 a la altura de su ejecutor. La cabra tira siempre al monte y si pensabas que ya estaba todo dicho nos faltaba un dueto al estilo matrimoniadas con Kim Gordon (Sonic Youth), con el añadido de sus experiencias Marry on // Marry on and you will know. Hay que tener mucha confianza para plantear esta música con esta letra y que ella, acepte. Amistades forjadas hace más de treinta años te permiten estas complicidades suponemos.

Difficulties/Let them eat vowels pone el broche a este poco condescendiente y a la par reconciliador Sparkle Hard. Siete minutos divididos en dos temas frente a tus orejas que resumen lo mejor del disco. I’ll be there for the lowest lows // And most of the highs // Ever evolving // Well, talk is cheap, I know // And actions, they speak volumes // Louder than a plane // Rocks all, deadline chaser! Y por otro lado, reflexiones desengañadas: No one will care to love, with time // When you get by, you might decide // You can’t abide to fight the fight // You got some demons on your breath.

Seis discos después, Sparkle Hard con Stephen acompañado por The Jicks llega para quedarse en nuestras estanterías virtuales y físicas de forma definitiva en 2018. Un año que empieza a estar marcado por los discos de corta duración frente a otros años y por la redención de algunas bandas que parecían estar en letargo, estancadas y/o acomodadas durante las últimas dos décadas. En su caso, que su propia producción sea su mejor referente dice mucho de aquel asteroide que vimos caer sobre nuestros cielos y en el que hoy su estela parece flotar junto a partículas de jazz y esa mezcla de tradición folk y ruptura de los Wilco más valientes.

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