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Shame – Songs of Praise

Pues ya está aquí una de las primeras revelaciones discográficas de este 2018. Llevaban ya un par de años, siendo la comidilla de toda la prensa especializada y, la duda acerca de la calidad global del primer disco estaba ahí cuando se anunció este Songs of Praise: ¿Serán capaces de confirmar su propio hype y el hecho de haber sido una de las bandas revelación del Pitchfork Festival de 2016? Y ahora viene la respuesta. Sí, rotundamente sí.

Y es que parece que Shame, la banda del sur de Londres formada por Charlie Steen, los guitarristas Sean Coyle-Smith y Eddie Green, el bajista Josh Finerty y el batería Charlie Forbes, fundada en 2014, lo tiene todo para que 2018 sea su año. El año en el que se evidencie de forma masiva el talento que atesoran estos jovenzuelos y la enorme actitud que destilan por cada uno de sus poros. A Songs of Praise, con una portada que parece una revisitación irónica del Pet Sounds de los Beach Boys y cuyo título es una referencia al programa de coros religiosos que retransmitía la BBC, le basta y le sobra con 10 canciones, muchas de ellas ya aparecidas previamente en singles a lo largo de estos dos años, para transportarnos al mood de la Gran Bretaña de 1980, la de the Young Ones, la de The Fall, la de Television Personalities, la de Gang of Four, la de Thatcher y la del teenage angst, y volarnos la cabeza.

Esta furia, atemperada y matizada por la gelidez de la deseperanza que sobrevino tras el punk, y que desembocó en lo que se acabó conociendo como post-punk, forma parte de la esencia de este Songs of Praise, pero Shame no ha querido renunciar en absoluto a la melodía y a lo hímnico: One Rizla, el single más claro del disco, aúna ambas partas de una manera sublime y Charlie Steen, su descamisado frontman, sabe dotar el tema de la intensidad y de la potencia que se merece, pero sólo en el momento adecuado. O en un tema como The Lick que es un funk-punk recitado, y que sabe extraer la esencia rítmica de los Gang of Four y el vacile chulesco de la juventud de extrarradio, nos demuestra que también saben jugar con lo rítmico en un tema que es puro macarrismo. Pero la banda nunca suena sucia, ni excesivamente rockera. Los riffs de guitarra y la fantástica fusión rítmica de bajo y batería sobre la que pivotan todos los temas, nos muestra que Shame sabe construir canciones memorables: Dust on Trial, es un ejemplo perfecto. El tema que abre el disco, parece un tema de kraut-rock en sus inicios para acabar ganando en intensidad y fuerza guitarrera que rompe lo monolítico hacia mitad del corte y desfogarse en una escalada ruidista hacia el final, pero sin perder nunca de vista la estructura

Además este Songs of Praise de Shame tiene espacio para la crítica, la denuncia y el vacile en sus letras. Críticas que van hacia la prensa musical, esa que tanto les está elevando sin que la banda todavía no haya levantado vuelo, hacia las relaciones sexuales cuasi pederastas y lascivas como en Gold Hole o hacia el suicidio como en el último tema, Angie, el más lento y melódico. Shame y su primer disco muestran que actitud, juventud y talento suelen ser la tríada perfecta para desatar nuevas pasiones y apostar por discos que remuevan un poco una escena musical a la que le falta inmediatez y le sobra mercadotecnia y hype. Una escena que se preocupa del estar más que del ser y que está falta de discos que supongan pequeñas revoluciones. Ésta es una de ellas.

 

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