InicioDiscos – ArchivoRYUICHI SAKAMOTO + ALVA NOTO - GLASS

RYUICHI SAKAMOTO + ALVA NOTO – GLASS

En los 70, Kraftwerk inventaron la música electrónica, la cual acabaría por derivar en un producto de baile y consumo masivo. Unos años más tarde, Brian Eno comenzó a coger la instrumentación de carácter más orgánico para desnudarla y crear eso que bautizaría como ambient y mutaría en pasajes sintetizados y oníricos en los 80. En los 90, Aphex Twin supuso un soplo de aire fresco en una atmósfera poblada mayoritariamente por las raves techno al traer rasgos de ese estilo a parajes más tranquilos, donde la calma a veces se rompía con un detalle de sintetizador imprevisto o una cadencia a la que no estábamos acostumbrados.

Alva Noto y Ryuichi Sakamoto en su serie Virus (5 EPs publicados entre 2002 y 2011) vinieron a recoger toda esta tradición de la electrónica para confeccionar un producto donde la delicadeza del piano tocado por el japonés iba de la mano con las percusiones rotas y la estética drone de las producciones del alemán. Produjeron a lo largo de los años pasajes repletos de belleza y claridad que, al final, terminaban por definir un marco sonoro único, una experiencia cautivadora en la que ambos artistas entraban en comunión y éxtasis, sus esencias fluctuando y mutando entre distintas formas y colores: sutilidad minimalista, un chirrido estático incómodo, silencio ensordecedor… todo evocando melancolía y, en ciertas ocasiones, dolor, consiguiendo que el oyente se encuentre inmerso en un viaje sensorial único, a merced de los sutiles cambios y progresiones de estos temas tan delicados.

Desde Summvs, la última entrega de aquella serie, ambos artistas han continuado sus carreras en solitario, y no sería hasta la composición de la banda sonora de The Revenant (compartiendo espacio también con Bryce Dessner, de The National) cuando se vieron de nuevo. Tal vez ahí se dieron cuenta de que era necesaria una nueva entrega de sus genuinas exploraciones melódicas, así que organizaron una performance en el Philip Johnson’s Glass House de Connecticut e hicieron magia en un lugar que acabaría por formar parte de la propia composición. Pegaron micrófonos a las paredes de cristal del lugar para captar su sonido y hacer que fuera un instrumento más, captando sus armónicos y representando la fragilidad del material en una improvisación de cerca de 40 minutos (con un resultado no tan bizarro como lo que hicieron Xiu Xiu con los 999 vibradores en aquella estatua de Brooklyn y cuya grabación figura en Kling Klang).

En Glass uno se encuentra más el drone y las capas de silencio borrascoso de Alva Noto que los pianos y las estructuras más complejas de Sakamoto, que se acerca a terrenos más experimentales y sutiles que los que encontramos en su más reciente async. Como decía, nace fruto de la improvisación: dos músicos, frente a frente, cada uno con sus materiales y su equipo, buscando el equilibrio entre sus miradas y sus movimientos mientras confeccionan una pieza de música mutante y con un toque de humanidad, algo que le faltaba al Reflection de Brian Eno por ejemplo, que transportaba al oyente a terrenos del ambient más sutil con una producción autogenerada. Si bien Eno buscaba de este modo reflejar a la sociedad autómata carente de objetivos, Noto y Sakamoto podríamos decir que buscan representar el intimismo y la fragilidad del ser humano. Ese viento fantasmagórico que puebla el corte, los ruidos, estallidos leves de cristal y algún que otro sintetizador dan cierta sensación de claustrofobia y frío, transportando al oyente a un lugar vacío, sin nadie alrededor. Estos parajes sonoros nacen de estos músicos que se enfrentan a la vez al lienzo el blanco, entremezclando sus pinturas para dibujar un cielo oscuro en el que de vez en cuando aparece una estrella que nos hace mirar hacia arriba, pero que en general invita a cerrar los ojos e iniciar un viaje de introspección que en ocasiones resulta incómodo al enfrentarnos a partes indeseables de nosotros mismos. Un sintetizador oscuro y un toque de cristal que recuerda a un grillo perdido en el bosque son los encargados de devolvernos, poco a poco, a la realidad, terminando el embrujo creado por este combo de artistas que consiguen evocar sentimientos encerrados en nuestro interior que no pueden hacer más que salir a la superficie con la sutileza y la fragilidad de esta pieza.

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