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Real Estate – In Mind

Exactamente tres años antes del lanzamiento de In Mind comentábamos Atlas, el que fuera tercer disco de la banda estadounidense Real Estate. No es casual que el cuarto largo de los de New Jersey (primero sin Matt Mondanile, uno de los fundadores) vuelva a salir cuando se da el inicio de la primavera. El guitarrista, amigo de siempre de Martin Courtney, decidió centrarse en su otro -e interesantísimo- proyecto, Ducktails, siendo sustituido por Julian Lynch.
Este In Mind viene producido de la mano de Cole M. Greif-Neill (Ariel Pink, Beck, The Vaccines) quien parece haber tratado de trasladar la sencillez y la melodiosidad de Real Estate hacia cierta trascendencia, con bastante poco éxito. El cuarto LP de Courtney y compañía sigue siendo un idílico acompañante para los días soleados en parajes arbolados, los vientos suaves y las tardes de soledad y la ataraxia. Continúa su sonido y sus armónicas formas, pero pierde la homogeneidad de sus predecesores en busca de una urgencia que no termina de llegar. Esto produce también una apertura en el rango de influencias, si antes Real Estate parecían unos Galaxie 500 pasados por agua, ahora recuperan sonidos aún más añejos y enrevesados, acariciando el rock progresivo y un dream pop más evocador.
Las canciones pueden sucederse sin apenas dejarse oír, con la ligereza característica del sonido de los de New Jersey. Incluso a veces parecen querer imitar las estructuras realizadas anteriormente (véase Two Arrows y su mantra instrumental a lo All the Same). Martin Courtney como letrista conserva gran parte de sus referencias sarcásticas o un tanto desangeladas, aunque esta segunda característica parece tomar más peso, adaptándose al estado general del espíritu norteamericano. Esto no deja de ser angustioso, pues las guitarras y las limpias líneas de teclados parecen más luminosas que nunca, con los sintetizadores trabajando en líneas renovadamente artificiales y pop.
In Mind no parece en gran parte de los aspectos un álbum que lleve tres años hacer (aunque Courtney lanzara uno en solitario). Esto sólo hace adivinar que la marcha de Mondanile ha sentado peor de lo que se esperaba al resto de miembros de la banda. Ni los sensitivos riffs ni las nuevas líneas de batería suenan especialmente huérfanas, pero parecen de vez en cuando faltas de ideas o simplemente sonando sin propósito alguno. Esto no quita peso a varias de las grandes canciones del disco, como lo son Darling, White Light, o la sugerente Holding Pattern. En esta última se nota especialmente la influencia de Greif-Neill, que acerca el inofensivo sonido de Real Estate hacia el funk y el blues. A esto se le une como punto positivo un renovado uso -a cargo de Lynch, seguro- de los pedales, que sobre todo en la segunda mitad del álbum ofrecen una paleta bastante más extensa de distorsiones y delays proponiendo sonidos bastante nuevos dentro de la discografía de la banda. No falta tampoco la canción en la que Bleeker (Alex Bleeker and the Freaks) canta, Diamond Eyes, con un toque especialmente country y una letra extrañamente revolucionaria.
Disfrazando de su sosegado indie pop una serie de géneros bastante grande, Real Estate culminan un notable cuarto álbum, que se deja por el camino alguna de sus facultades más características. La banda americana trata de superar con un poco de pena y con otro poco de calma y gloria la marcha de Matt Mondanile, manteniéndose fiel a su sonido pero coqueteando con estructuras que hasta ahora les eran ajenas. Al igual que sus predecesores, In Mind es un álbum florido y primaveral que invita al oyente a disfrutar especialmente de momentos de paz y quietud, perpetrando además -por lo general- el acierto de Courtney y quien diablos quiera estar cerca de él.

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