Tras un inicio donde el sonido acústico es el protagonista, la voz de Ray LaMontagne se presenta, conduciendo To The Sea a un primer estado de evocación, adentrándonos en un viaje en el que se nos invita a disfrutar del trayecto, más allá del lugar adonde nos lleve la carretera. Quizás las mejores rutas son las que se marcan en el mapa para entretenerse en el camino, para sopesar la importancia de la oportunidad que se brinda al atravesar parajes que creíamos secundarios. El final, la meta, son solo excusas para exprimir al máximo el proceso y deleitarse con todo lo que nos lleve allí.
El séptimo larga duración de Ray LaMontagne suena a todo esto y se convierte en la mejor compañía para llevar a cabo todo lo anterior. Pero no podemos evitar pensar que, objetivamente, no se trata de la búsqueda, sino del encuentro. En Part Of The Light, el músico estadounidense, por fin, junta de manera brillante sus dos vertientes musicales más interesantes: la que bebe del folk y de la tradición americana y la que intenta buscar un sonido más contemporáneo, más experimental y cercano a la psicodelia. Claro ejemplo de ello es Paper Man que, no siendo su mejor canción, es 100% LaMontagne y resume el espíritu del disco muy acertadamente.
La luz que equilibra el conjunto
Tal y como indica su título, Part Of The Light es un álbum eminentemente luminoso, donde todo lo experimentado en Ouroboros (2016), se plasma de manera sutil, convirtiendo en realidad algo que, en su día, parecía un mero y anecdótico juego. También encontramos cierta aridez en las composiciones, como ocurre en el fabuloso single de adelanto Such A Simple Thing, pero no de la misma manera que nos mostraba el fantástico God Willin & The Creek Don’t Rise (2010), donde la soga que ataba pasado y presente no se escondía con devaneos contemporáneos. Ahora hay menos crudeza y las líneas maestras de ambos mundos se difuminan, se entremezclan y convierten las nuevas canciones en algo realmente sólido y de gran personalidad.
Además de la propia Such A Simple Thing y del tema que abre el disco, canciones como la deliciosa Let’s Make It Last, la reflexiva canción que da título al álbum y la hermosa pieza de cierre que es Goodbye Blue Sky, destacan también en Part Of The Light, ejerciendo de llaves maestras para adentrarse en una obra que, si bien adolece del efecto sorpresa que tenían sus últimos trabajos, tiene una sobrada coherencia dentro del cancionero de Ray LaMontagne. El amable tono que envuelve todo el trabajo se quiebra en momentos puntuales, como ocurre con As Black As Blod Is Blue, en la que hay distorsión, energía, rotura…
Si la idea es disponer de una banda sonora para un momento concreto de la época primaveral, sin más pretensiones que la de servir como sugerente acompañamiento, este puede ser uno de los discos que necesites. Solo hay que acercarse sin complejos y dejarse llevar, porque Part Of The Light es casi una ensoñación.