Hay una luz azul. A modo de cubierta. De protección. Hay una luz azul en la habitación y hemos bebido. Dale al play. Hace más de una semana que no nos vemos. Suena una prueba de Pumuky. Antes de que salga. Dice que no hay futuro. Pero Ella tiene un plan maestro. No hay complicaciones si lo sigues. Hay añadidos. Nuevos puntos de unión o miedos escondidos. No es una conjetura. Es un auténtico plan. Un plan maestro, que nos protege, a modo de cubierta. Algo que lo explique todo. Una Justicia Poética de todo esto.
Justicia Poética suena y envuelve todo el espacio (tiempo). Justicia Poética es la última obra de los canarios Pumuky. Obra con todas sus letras, que como cada una de las anteriores merece un lugar especial en tu estantería física y emocional. Hagamos una primera escucha. Prueba de sonido nº 1. Lugar: cama. Cerrar los ojos. Se folla bien. Prueba de sonido nº2: Lugar: Calle. Las baldosas y el asfalto se evaporan, desaparecen, el mundo onírico nos arrastra y se perciben resaltados los colores magenta en el cielo. Y el brillo de sus ojos. Y el brillo de sus ojos.
Las atmósferas se hacen enormes y se mueven como olas. Como una ola. No citemos a la Pantoja. Como las mareas. Arrastrando lo bueno y lo malo. Agitaciones. Tsunamis emocionales. La voz se percibe más protagonista. La palabra se difunde clara y precisa. Contacta con lo emocional y lo épico. Las baterías se vuelven sintéticas. Y se establecen entre el ritmo principal y otro subyacente. Las letras son pura magia, magia como algo extraordinario, como exorcismo y/o liberación. Como objeto de culto, que tuvimos la deferencia de poder escuchar antes del streaming y que nos ha costado soltar, meses y meses. Justicia Poética merecería ser un título profético en la carrera del grupo que provocase unan meta-justicia-poética de los oyentes con el grupo y cayesen rendidos a sus pies.
Justicia Poética te habla de Taniyama y Shimura. Que son dos personas. Matemáticos, para más señas, que postularon una conjetura, luego convertida en teorema. El teorema de Taniyama y Shimura, propiamente dicho, por el cual se «conectan las curvas elípticas«.
O eso dicen Fermat, Wiles, Taniyama y Shimura y Ella. Sobre todo Ella. Todos han hablado de esto. Todos han tenido conjeturas sobre esto y sobre las conexiones. Pumuky son principalmente Jaír Ramírez y su hermano Noel Ramírez, con cambios en los acompañantes que actualmente incluye a Adán Zeus y Daniel Benavides. Ellos también han llegado a su propia solución:»dime si es cierto que quieres venir conmigo, aunque no sepamos dónde, y aunque no haya futuro… futuro que siempre llega demasiado tarde. Se muere la madrugada. Nosotros estamos vivos. Acabo de resolverlo: vienes conmigo».
Justicia Poética te habla de El señor de las bestias, de La venganza de rubik en la que puedes escuchar las capas eléctricas que se vuelven una corriente que va y vuelve, sobre una enfermiza relación de eso llamado amor. Puedes practicar Escritura automática 9 mm y darte cuenta que lo que dice es todo lo que siempre has querido escribir. Todo es un SOS. Que querrás escuchar varias veces. Seguidas. Puede entender La teoría de cuerdas.
O te la explicamos «pretende ser una descripción completa, unificada, y consistente de la estructura fundamental de nuestro universo. (Por esta razón ocasionalmente se le otorga el arrogante título de «teoría de todo»)”. La teoría del todo, como la de ella. Puedes culparte de todo y abrirte el pecho con La culpa y el libre pensador. Podemos reducir todo al absurdo, y quemarlo con las capas eléctricas al final. Puedes buscar una nueva especie, una especie de Suprahombre que nos marque el camino o el fin: “Soy más de auto-extinción revolucionaria. Si no creo ni en mí, en quién quieres que crea. Yo sólo quiero que nunca me dejes sol”. Podemos dejarnos mecer por las nubes narcóticas del disco, por el dream electrificado y electrónico. Podemos jugar al escondite o hacer un Crash final.
Y después de escucharlo, podemos mantener el silencio. Durante un tiempo. Unos segundos, asimilándolo todo. Sin reproches. Seguir con el plan maestro, ya que tampoco era esto lo que buscábamos. Solo era pasar el rato. Rellenar el tiempo. Seguir con lo nuestro. Perderlo (el tiempo). Luego llegó la Justicia Poética. Y nos llevó por delante.
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