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PIXIES – HEAD CARRIER

Al fin, nueva y esperada entrega de los hechiceros del indie, The Pixies. Head Carrier el segundo LP de la banda de Boston desde su último álbum, el brillante Trompe le Monde, allá por 1991, año también de la disolución de la banda. Cierto es que calmaron la sed de sus incondicionales en 2014, editando un disco que contenía las grabaciones del grupo de 2013 y 2014, Indie Cindy tras su celebrada y aclamada reunión, ya sin su carismática bajista Kim Deal. Sin embargo, no fue suficiente y el disco profería un aire errático dada su propia concepción de recopilación de canciones.

Y sí, seguimos echando mucho de menos a Kim. Su voz y su peculiar manera de tocar el bajo, única, sencilla y contundente, eran una de la principales señas de identidad del sonido Pixies. Sin olvidar que, además, fue compositora de alguno de los míticos temazos de la primera época de la banda, como “Levitate me”,“Gigantic” o “Silver”. Dicho esto, su sucesora, Paz Lenchantin, intenta con cierto éxito mantener la línea marcada por la irremplazable Kim.

En general, Head Carrier”, es un disco aceptable de los Pixies. Es decir, es imposible siquiera aproximarse al nivel de su primera y genial época. Discazos como el inigualable Surfer Rosa o el brillante Doolittle no se pueden repetir. Sin embargo, Frank Black y sus compinches parecen empeñados en intentarlo y el resultado no es del todo óptimo. Y es que, podría decirse que la grabación si lleva el aroma de la producción que hizo única y fundamental a esta banda pionera del auténtico Indie Rock, pero no es un acierto en absoluto el intento en varios cortes del disco de casi repetir la misma fórmula que les hizo quienes son.

Analizando más a fondo las canciones, destacan tres de las doce que componen el álbum: Talent, Um Chagga Lagga y Tenement Song, pistas 7, 10 y 6 respectivamente. A tener en cuenta sobre todo, Tenement Song, tercer single del disco y en mi opinión el tema más redondo del mismo. No en vano, es el tema que ha sido elegido para videoclip, un vídeo por lo demás, hecho todo en animación y muy bien logrado. Se trata de una canción redonda, marca de la casa. Perfectamente podría ir incluida en el Doolittle, con unas estrofas típicas del repertorio Frank Black, un coro melódico bailable a dúo con la voz de Paz, y la guitarra de Joey Santiago apuntando las melodías y arreglos que levantan y dan forma a este gran tema.

No obstante, el primer single del disco, Um Chagga Lagga, es quizás el tema más reconocible del set-list y de título esquizoide. Claramente, un guiño a las composiciones de Sufer Rosa. Ritmo punk y la peculiar voz de Frank atizando, desquiciada por momentos y a la vez armoniosa.

Por último, Talent, segundo sencillo, es uno de los temas más personales del disco. Ubicado justo en la mitad del set, combina perfectamente, partes cañeras a base de distorsión y arreglos melódicos de guitarra, siempre acompañando a la voz principal de Frank Black. Otros dos cortes a destacar son Classic Masher, una de las más melódicas, en perfecta armonía entre voz principal y coro, con un estribillo muy pegadizo. Y Head Carrier tema que abre y da título al álbum, con líneas de guitarras superpuestas y de atmósfera más densa y melancólica.

El aspecto menos favorable del disco es el excesivo intento por repetir fórmulas ganadoras en alguno de los temas. Véase Baal’s Back, que amén de ser un trallazo punk denominación de origen Pixies, recuerda demasiado al inflamable y brutal tame del doolittle, y All I Think About Now, aunque bien cantada por Paz Lenchantin, casi calca el riff de guitarra y los coros del inicio de la icónica y eterna Where is my mind?.

Se advierte en general, un menor uso de la rítmica de Frank Black a la guitarra acústica y un aire más eléctrico en ese sentido y, también, el sonido de las canciones nos recuerda en algunas de sus texturas a las entregas de Frank Black and The Catholics.

En resumidas cuentas, Head Carrier es una buena noticia para los amantes del INDIE con mayúsculas, un buen disco para los seguidores de The Pixies, con varios temazos en su haber, pero no se trata de lo mejor de su discografía. Y es que, no se puede llegar a la excelencia de los discazos que los hicieron icónicos y que dieron forma a lo que sería el rock de los ’90, que abrieron el camino a tantas y tantas bandas que luego se harían enormes como Nirvana o Smashing Pumpkins.

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