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Perfume Genius – No Shape

El cuarto álbum de Mike Hadreas, el fruto conceptual de su creatividad, es un desafío que combina su característica voz con arreglos orquestales y música electrónica, horror e inocencia, experimentación y erotismo; qué decir del último trabajo del autodenominado “genio del perfume”.

Pues, si bien este largo es una oda del andrógino M. Hadreas a su colaborador musical y pareja sentimental Alan Wyffels, a quien dedica un tema de este No Shape, no es más cierto que es una de las obras más ambiciosas del músico. El compositor habla de un mundo semi onírico con tintes rococós al que trascender mientras que el letrista pretende encandilar al oyente con su amor, así como mostrarle sus pensamientos y, por qué no, sus pesadillas. Si esto confluye en una misma persona que además intenta dar un aire barroco a su obra jugando con reverberaciones y repeticiones rítmicas el resultado es, cuanto menos, prometedor.

Quizá ese LP no lucirá en las estanterías como pudieran otros y quizá, con permiso del respetable, sea un trabajo creado para fans del proyecto Perfume Genius así como melómanos con interés por escuchar algo diferente. Lo que está claro es que los seguidores disfrutarán del salto cualitativo que Hadreas ha querido dar y al aumento de la calidad musical frente al trío que lo precede. Es por ello que, quizá por la complejidad implícita o por una intención retorcida del autor (o simplemente por azar), este álbum puede sonar para algunos como un conjunto de pistas sin una dirección fija o poco unificadas. Esto no le quita valor a ninguna de ellas, pero sí en su conjunto y aun con eso, el aviso para navegantes es claro, prescindir del valor del single como representante y disfrutar de los tres cuartos de horas que ofrecen los trece cortes del mismo.

En la primera mitad del álbum, al menos en gran parte, podemos sentir a Mike bajo una pose inconformista frente al mundo, negativa incluso a éste y sumido en sí mismo. La segunda es una liberación en todos los sentidos, a su modo sin duda, no se ha de esperar una explosión musical ni un gran crescendo instrumental pero sí una redención ante su mundo andrógino, hacia su claustrofobia, hacia su marca personal impresa en cada trabajo.

Si fuera necesario un resumen la selección es clara. Slip Away suena a pop pero con algo de decadencia, es el single por excelencia que avanza el resto del trabajo con su caótico final. Just Like Love brilla por su ambientación, por su orquesta reverberada en contraste con una percusión moderna y repetitiva, un tema lento en el que sumergirse durante sus más de tres minutos. Choir, ya en la segunda mitad, es puro contraste en sí mismo gracias a su agudo violín en espiral y al susurro de M. Hadreas como si relatara su última pesadilla. La reverberación vuelve a ser un instrumento más en este tema y acompaña a gritos y cuerdas constantemente para recrear, de nuevo, una ambientación propia. Alan es el culmen, la resolución, la redención de la obra. Es la melancolía en sí misma y la oda a su ya mencionado amor Alan Wyffels. Paz y tranquilidad bajo palabras tales como “descansa, estoy aquí” para cerrar este cuarto trabajo que, si bien es un éxtasis de belleza conceptual, demuestra un gran espectro del registro que este artista puede llegar a crear apoyado por su mundo onírico.

 

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