Todo el mundo sabe que el fruto de un buen trabajo tiene como un pilar fundamental la experiencia, pues bien, con cinco discos ya a la espalda era de esperar que una banda como Peaking Lights consiguiera un resultado redondo y a la altura de sus expectativas.
Si a la buena unión musical y al empaste de los sintetizadores de Aaron Coyes y las voces de Indra Dunis le sumamos dos años de producción en su propio estudio, Dreamfuzz Studio (Los Ángeles), obtenemos The Fifth State of Consciousness. Este LP es fruto de la dedicación y la paciencia del matrimonio además de la libertad que les conlleva tener su propio sello discográfico, Two Flowers Records. Sin ataduras ni prisas la banda ha decidido experimentar hacia una corriente más synthpop en algunos momentos, pero con los tintes psicodélicos del dub al que tienen acostumbrados.
Aun sin miedo a lo desconocido no se aprecia un gran salto en lo que a sonido se refiere. El dúo ha optado por darle un pequeño giro a su estilo, pero rescatando la esencia que les caracterizó en sus inicios. Es por ello que la manera de juzgar este álbum depende de cuáles sean las expectativas a considerar y, por tanto, las que supuestamente tenía la banda a la hora de realizar este nuevo trabajo.
Sin duda alguna este disco huele a romanticismo, lógico tras casi una década de experiencia y media docena de LPs, pero también transmite frescura y novedad. Las voces etéreas y reverberadas de Dunis parecen flotar en muchos momentos sobre las líneas melódicas del sintetizador de Coyes, de ahí que los ritmos medio-lentos de la mayoría de pistas del álbum sumerjan a todo oyente en un estado casi de trance.
Dichas voces cobran más fuerza, por paradójico que parezca, cuando Dunis las susurra. Quizá no ganen potencia como tal, pero sí una intensidad de acorde a psych-dub del grupo. Cabe destacar el intento de Coyes por acercarse al pop en temas como Coyote Ghost Melodies o Eclipse of the Heart, donde sus sintetizadores marcan melodía y ritmo con un aire liviano y alegre, no tan pesado y transcendental como en Sweetness Isn’t Far Away. Un detalle por su parte es la inclusión de sonidos reproducidos al revés, así como presets que emulan sitares y colchones vocales que refuerzan la sensación ingrávida que pretendían transmitir.
Aunque suene obvio cabe destacar el mimo bajo este proyecto fruto del tiempo y las horas en el estudio. Es completo y tiene el sello de calidad de Peaking Lights, lo cual es un alivio pues tras dos años de creación era de esperar aunque nunca se puede asegurar una cosa así. Este LP devuelve al dúo a la carretera y a los escenarios bajo ritmos calmados y sin aparente movimiento pero con una gran complejidad en sus ambientaciones digna de ser escuchada.