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ONEOHTRIX POINT NEVER – R PLUS SEVEN

ONEOHTRIX POINT NEVER - R PLUS SEVEN
Tras varios discos más experimentales (si cabe) que este R Plus Seven, el productor norteamericano por fin nos empieza a traer sonidos más clásicos, coherentes y sobre todo conocidos. El contrapunto sinfónico está presente en casi todas las canciones. Mientras escuchamos decenas de sampleos mezclándose en una nube que al final resulta concisa, oímos de fondo el crecimiento de órganos y sonidos más familiares que nos hacen entrar con facilidad en un disco que a priori no lo es.
Con esa sencillez se nos presenta Boring Angel, para dejarlo ya todo andado de cara a la entrada en uno de los ejercicios más interesantes del año, casi como un viaje. Americans, cambiando el sentido del título, entra con sonidos salvajes y selváticos, sin ritmos tribales, pero todo huele a otro lugar que nada tiene que ver con lo que se nos ha dicho. En la canción entra un sonido de cascadas que finalmente se mezcla con unos coros angelicales, y que dan paso a finalmente a unos ritmos tribales que se nos hacen demasiado cortos tras una aventura de apenas 5 minutos, que verdaderamente es un espectáculo.
No puedo pararme a hablar de todas las canciones porque son todas una aventura. Hasta las que duran tan solo un minuto resultan evidentemente esenciales para sacarte del sitio donde estás y llevarte a R Plus Seven.
La siguiente que quiero destacar es Zebra, una absoluta locura llevada por sampleos de pianos y de mesas de mezclas cortados de raíz que crean un ritmo en torno a los acordes básicos, con tanto artificio que al final resulta naturalista y bella hasta diluirse con un saxofón y un estilo que ya resulta propio de este artista.
Along y Problem Areas son dos canciones que podrían pertenecer al anterior disco. Oneohtrix no se complica en complacer, tira de su propio gusto y crea ritmos a partir de la nada en un universo extraño y enrarecido en el que, de vez en cuando, entran matices del nuestro como voces o trompetas, pero que se diluyen en el medio antinatural en el que se desarrolla la propia historia del álbum.
Finalmente, de las dos últimas canciones, quería destacar el final de Still Life. Es espectacular en cuanto a sonido y portento, situado a otro nivel de contagio emocional por la implicación que se tiene ya a esta altura del disco. Chrome Country es un final emotivo y bello lleno de pianos y coros infantiles que, poco a poco, se vuelve a transformar en pura electrónica y belleza ambiental. Un lujazo para acabar que no hace más que engrandecer a este hombre que, en su día, fue sobrevalorado con sus primeros proyectos, pero que ahora tiene el respeto de todo el panorama.
Junto al disco de Darkside, nos encontramos ante el mejor de este año en el estilo. Sin duda, este álbum marca un hito, puesto que no sabemos hacia dónde podría ir la música próximamente, pero la electrónica se está imponiendo de manera contundente a base de dar que hablar con trabajos como este.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8,5/10 

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