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Niños Mutantes – Diez

Hay quien dice que estamos ante el mejor disco en la historia de Niños Mutantes. Puede que no le falte razón. Si Diez es Diez y no 8’5 es por el endurecimiento y renovación que ha supuesto para la banda. Sonidos mucho más eléctricos y contundentes de lo que acostumbrábamos a escuchar en los granadinos; letras directas, sin pelos en la lengua, con un mensaje claro: Hay cabreo. El amor ya no es lo de más en el 2017. Es cierto, sigue presente. Pero no de la misma forma.
Probablemente la canción que mejor representa esta revolución mutante es la correspondiente al tercer lugar del tracklist. NM, por su forma, podría estar dentro de cualquiera de los 9 álbumes anteriormente lanzados. Es precisamente por su fondo por lo que forma parte de Diez y no de cualquier otro disco; es precisamente por ella que no nos hemos quedado sin una de las más grandes bandas del pop patrio. «Y nos guiará una idea lúcida / que nos salvará de un destino trágico».
Sobre la instrumentación no se puede decir mucho más de lo que nuestros oídos perciben. La responsabilidad del carácter de estas 10 canciones recae sobre la batería y las guitarras. Los sintetizadores no tendrán gran protagonismo esta vez, jugando de todas formas un papel crucial en cada canción; están bien cuidados y pensados, algo lógico sabiendo que la producción del álbum ha estado en manos de Abraham Boba. Este último punto ha sido clave en la sonoridad de Diez. Si se agudiza el oído (sobre todo en los primeros temas) detectaremos fácilmente algún que otro matiz propio de León Benavente.
Uno de los impulsos de la evolución musical en España, a día de hoy, es la red de relaciones que se teje entre las diferentes bandas. La archiconocida amistad entre Miguel Rivera y Juan Alberto Mutante, que ya se hace palpable en las armonías de Pura Vida, puede haber sido la causa de esta curiosa coincidencia. El caso es que, tanto en el último disco de Maga como en el de Niños Mutantes hay una canción dedicada a algún poeta de la generación del 27. En esta ocasión hablamos de Federico García Lorca, silenciosamente homenajeado a gritos en FGL. «Ilusión, sueño y emoción / fango y noche sobre Nueva York».
El Instante, una canción de 4 minutos (que parecen 2), es la satisfactoria conclusión del disco. Fruto de la superación y el buen gusto, así como del trabajo en equipo y la solidez espiritual, Diez ha sido un paso adelante en la carrera de una banda que, por fin, ha sido capaz de exprimir sus ideas hasta la última nota. Que 2017 continúe siendo un año tan próspero para la música nacional. Larga (y Pura) vida a los Niños Mutantes.

 

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