Para entender mejor el universo mágico de colores que se ha creado en Motion Graphics, hablemos un poco del recorrido de Joseph Williams, la mente que está detrás de este proyecto. Empezó ya de pequeño tocando instrumentos de percusión en diferentes bandas, rodeándose del espíritu DIY y moviéndose por una gran cantidad de géneros: punk, hardcore, emo, indie, jazz… A los 17 años hizo el paso y cambió de los instrumentos a la electrónica, experimentando con samplers en su portátil. Al poco tiempo, con programas básicos como el Fruity Loops, comenzó a componer sus primeras producciones.
En este momento, siendo seguidor de la música de artistas como Squarepusher o Kid606, con el seudónimo de White Williams empezó a preparar su álbum debut. Este, bajo el nombre de Smoke, llegó el 2007, con buenas críticas y Williams moviéndose entre harmonías del indie pop. En aquel entonces, se empezaba a ver a artistas componiendo y haciendo directos puramente con un ordenador. Él fue de los primeros que hizo el cambio y pasó a componer puramente con software como el Ableton o el Fruity Loops.
Y ahora, años después, ha sacado otro trabajo, Motion Graphics. Influenciado seguramente por los procesos creativos que seguían genios de la electrónica como Ryuichi Sakamoto o Kraftwerk, experimentando con la tecnología del momento para sacar nuevos sonidos y composiciones que parecen del futuro. Pero, en esta ocasión, más de una vez Williams ha dicho que no se trata del futuro lo que sale de sus producciones, más bien habla del presente, de la tecnología que nos rodea constantemente. Por eso, ha enriquecido sus producciones de sonidos de notificaciones y alertas que suenan en nuestros dispositivos móviles constantemente.
Por otra parte, este exprimir la tecnología y la electrónica para sacar nuevos sonidos o procesos, actualmente también nos podría hacer pensar en otros productores experimentales de música ambiente como Oneohtrix Point Never (especialmente su R Plus Seven) o el mismo Squarepusher. Pero una diferencia es que, mientras la mayor parte de música experimental tecnológica que se produce actualmente tiene unos tonos más oscuros o hardcore, Motion Graphics rompe con eso, creando unas harmonías oníricas, lleno de color y, porqué no decirlo, de esperanza y optimismo. Este toque positivo también lo ayuda el haber usado en algunas piezas su voz, de una forma muy suave y sutil, que acompaña más al oyente por los caminos que él ha creado, sin dejar que este se pierda.
Mientras iba creando las piezas que acabaron formando el disco, Williams recibió el encargo de componer la banda sonora para el documental 12 O’Clock Boys. Para ello, quiso todo un coro, pero, al no disponer de un gran presupuesto, todo lo que forma un coro lo tuvo que crear él con el software informático. Esto es importante ya que gran parte de los procesos que fue creando para la banda sonora también están presentes en Motion Graphics, como los sonidos corales que se pueden oír en Lense, Airdrop o Mezzotint Gliss.
Pero, uno de los logros más importantes de este disco, es la perfecta combinación sonora de una gran cantidad de sonidos y registros. Los recursos corales que ya habíamos dicho. Una gran cantidad de instrumentos que parecen reales pero no dejan de ser creaciones del software: los clarinetes en Minecraft Mosaic o Mezzotint Gliss, la percusión en Lense, City Links o Softbank Arcade, o el caso especial de Forecast, en la que usó un sampler del Ableton que le mezclaba aleatoriamente 100 instrumentos. También, como hemos comentado, sonidos provenientes de las notificaciones móviles que todos oímos cada día, especialmente en piezas como Anyware, que el mismo Williams dijo que compuso una parte del ella en el tren mientras la gente de su alrededor jugaba al Candy Crush o al Pokemon GO. Parece difícil que de entre tantos samplers y sonidos originarios de mundos tan distintos, salga como resultado una pieza tan bien cohesionada y con unas melodías tan harmoniosas. El clímax sonoro, para un servidor, se produce en la última pieza, Softbank Arcade (Swiftcode Version), en el que uno tiene la impresión de estar escuchando una improvisación de jazz, dejándose llevar por los murmullos del aire a una dimensión desconocida (todo eso, lo recuerdo, solamente con un ordenador, sin instrumentos).
Sin dejar la misma metodología de su anterior disco, Smoke, Williams ha hecho un cambio importante en su sonido, derivando más hacia la electrónica experimental pero, sobretodo, de ambiente. Mezclando elementos del pop, indie y del jazz, ha hecho una pieza con una construcción perfectamente confeccionada, creada para escuchar en cualquier momento de nuestra rutinaria vida y darle un poco más de color. No es un álbum para cantar o bailar, se trata de una pieza para vivirla, para escucharla con los auriculares mientras vas en el tren, por la calle o, simplemente, para relajarte en casa y viajar a nuevos rincones mentales que antes no habías descubierto. No es un LP normal, se trata de un billete a otra dimensión.
Pd: no os perdéis los videoclips que ya ha sacado para Lense, Anyware o Houzzfunction, este último en 360º.
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