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MIKAL CRONIN – MCIII

La música siempre tiene esas sorpresas en forma de joyas escondidas en bandas mayores o tras otros músicos de renombre, pero la verdad es que esa descripción no le hace justicia a un artista de la talla de Mikal Cronin. Con dos discos en solitario, el multiinstrumentista (que se dice rápido, sin chiste) ha demostrado ser un compositor único y mucho más que simplemente reseñable, con temas que aúnan la crudeza del garage más sucio con melodías más luminosas y sonoridades alejadas del género.

Es ese regustillo pop que tan bien sabe controlar junto al ruido Mikal Cronin el que servirá de enlace con este ya tercer largo en solitario, y de nota inicial con Turn Around. En esta canción, mientras la parte instrumental no da un momento de respiro, la suave voz de Cronin invita a dejarse llevar junto a ese violín que sirve como guía. De forma más clara, y pese a la importancia que como multiinstrumentista da a todos los sonidos y armonías, esas melodías se van abriendo más camino en canciones como i) Alone o iii) Control. Pese a la enorme carga de instrumentación y producción, esa sensibilidad única de Cronin siempre sale a flote, sobre todo en canciones como la ya mencionada iii) Control o Feel Like, que parece dirigirse desesperadamente desde la distorsión hasta esos violines y coro final. Lógicamente es en las más pausadas donde esta sensibilidad se multiplica por mil, siendo las dos canciones que cierran ambos lados las culpables: por un lado la única I’ve Been Loved (solo con ella ya vale la pena un disco) y por el otro la más recargada vi) Circle, que cierra el disco invitando de nuevo a esa Turn Around.

En general, MCIII sigue esa línea de su antecesor, aunque en un intento de ir más allá, el músico californiano sigue intentando abrir más horizontes e incorporando sonoridades e instrumentos que van sumando poco a poco, sobre todo en la segunda parte del álbum, ordenada meticulosamente. Ejemplos perfectos son Say, en la que esa base impertérrita va quedando enterrada en un collage de sonidos en el que la voz más que guía es un mero instrumento más; y la genial ii) Gold, que recuerda a composiciones de su primer álbum, con esa apertura de rock clásico que va a ir adquiriendo desde el perfecto estribillo pop hasta la coda de sonidos orientales, todo ello envuelto en un caos calculado. Desde la apertura tan de épica cinematográfica de i) Alone, en esa segunda mitad las composiciones en apariencia sencillas se van envolviendo en el sonido hasta formar parte de algo mayor. Buena parte da iv) Ready, con la base de un tema garage cualquiera que acaba cobrando un sentido más amplio seguida de la más íntima v) Different. Mención aparte merece también Made My Mind Up, concebida como el perfecto single con tono de himno heartland rock.

Con este tercer álbum, lo único que se le puede echar en cara al músico estadounidense es que su evolución no haya sido consecuente con la música en general sino consigo mismo. Aquí las composiciones parecen querer abrirse más hacia los lados que hacia adelante, querer meter más en menos, y eso se nota en la evolución de la instrumentación y en el trabajo de los arreglos. Mikal Cronin parece estar a gusto donde está, y lo único que parece querer es seguir explorando más perspectivas del mismo sitio donde se encuentra. Así entrega un álbum de sentimientos, no de técnica (o donde la técnica es presa del sentimiento), en el que la autoexploración como músico solista (o casi) es lo más definitorio. Y como la crítica última tiene que ver con cómo te sientan a ti esos sentimientos que resultan de todos esos sonidos y tampoco nadie puede juzgar los sentimientos de nadie… solo queda disfrutar con este tercer viaje que nos regala el músico.

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