Grandes dosis de melancolía y melodías agridulces. I Never Learn es el tercer álbum de estudio de la cantante indie pop sueca Lykke Li. En la línea convencional a la que la cantante sueca nos tiene acostumbrados, su nuevo álbum se compone de baladas de difícil asimilación al principio, pero que dos o tres escuchas más tarde, tras digerir sus letras, hacen que te descubras llorando en una esquina de tu salón bajo un halo negro de depresión.
I Never Learn goza de una simpleza compositiva que da pie a que una guitarra acústica y unos cuantos acordes de piano suenen a lo más crudo. Títulos como Never Gonna Love Again, Heart of Steel, Love Me Like I’m not Made of Stone o Sleeping Alone, sugerentes cuanto menos, nos dan permiso para poder pensar en un álbum cargado de baladas donde el desamor es el elemento que predomina en cada letra a través de los nueve temas del que es el álbum más corto de Li, cerrando así la trilogía que comenzó hace cinco años con Youth Novels.
Vulnerable, si tuviéramos que definirlo en una palabra. Trágico, desgarrador, profundo, crudo, honesto y quizá un poco monótono y sobrecargado en la producción para un trabajo de ese carácter, si se nos permite extendernos un poco más.
Tras los singles de su disco anterior, Sadness is a Blessing y la archiconocida I Follow Rivers, reimpulsada por formar parte de la BSO de la película La Vie d’Adèle, sorprende lanzando Love Me Like I’m Not Made of Stone como single, una canción sin duda mucho menos rítmica y más profunda que los anteriores singles, sólo una guitarra desnuda y un corazón roto. La joya de la corona que nos permite también disfrutar de sus imperfecciones.
I Never Learn, canción que da nombre al disco, es una buena carta de presentación que representa de una forma bastante justa todo lo que compone la estructura del trabajo entero: minimalismo, sintetizadores, la pesadez de las notas más graves de piano, acordes secos de guitarra, voz limpia, coros, eco… Sin duda, Gunshot destaca entre todas las canciones por su estribillo denso, con notas de piano con mucho peso y una batería más animada de lo habitual. Never Gonna Love Again y Heart of Steel son quizá los temas más pop del disco, siendo canciones que bien podrían pertenecer a 21 de Adele sin que nadie se diera cuenta. Sleeping Alone, No Rest for the Wicked o Silver Line van en la misma línea de temas con sintetizador y caja de ritmos que se crecen en el estribillo y que hablan de un planteamiento constante de la pregunta: ‘¿Por qué me habrá dejado?’. Just Like a Dream, el tema más ¿feliz? del disco. Si bien el argumento no cesa en su empeño por demostrar el destrozo interno que posee causado por el final de la relación, la parte instrumental no deja de ser un poco más luminosa y densa que la de sus compañeras de disco.
I Never Learn es media hora de una genuina Lykke Li con el rímel corrido por la que darle la enhorabuena al no haber caído en un pop precocinado y, aun así, hacer una música que bien podría consumir todo tipo de público.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8’5/10
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