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LUCINDA WILLIAMS – BLESSED

LUCINDA WILLIAMS - BLESSEDAlgún insensato se atrevió a cuestionar a la dama que nos ocupa tras la presunta racha de felicidad que atraviesa a raíz de su reciente matrimonio. Voces desconfiadas apuntaron a una posible domesticación de la cantante, a una relajación de sus musas, a una pérdida de tensión de quien ya no vive en el filo amoroso y no vomita sus demonios ni lame cicatrices rasgando una guitarra y componiendo para sobrevivir. Esas sospechas, esas simplezas, sirvieron para ningunear injustamente un disco tan válido, tan ocasionalmente conmovedor (If Wishes Were Horses, cumbre absoluta, recordemos) y tan superior a la media actual como Little Honey (2008), donde la compositora de Louisiana volvió a demostrar al mundo que nadie concilia el rock, el country y el blues con más lucidez, intensidad y transparencia que ella.

Pues bien, tres años después de aquella controvertida e infravalorada obra, Lucinda Williams vuelve con otra hermosa pieza que añadir a una colección de álbumes que arrancó a finales de los 70’s, y que ya antes de su unánimemente aplaudido Car Wheels On A Gravel Road (1998) deparó una exquisitez como Lucinda Williams (1988) o una pequeña obra maestra de la música de raíces como Sweet Old World (1992). Justo es admitir que, desde el arrebatador World Without Tears (2003), quizá su obra más memorable, pocas veces nuestra protagonista sonó tan descarnada e incandescente, el nivel compositivo es algo menos espectacular. Pese a ello, y aunque resulta una obviedad, subrayemos que la inmensa mayoría de las féminas propulsadas por los medios de comunicación e idolatradas por los cazadores de tendencias no firmarán en su vida algo comparable a West (2007) o al citado Little Honey. Y Blessed sigue la misma estela, y por supuesto se merienda la mayor parte de las propuestas teóricamente de referencia de rock americano de la temporada. Ocurre exactamente lo mismo, por cierto, con la última entrega de alguien tan afín a ella como Steve Earle, otro blanco fácil por su enlace con Allison Moorer y por el cariz más modesto y distendido de sus últimas obras. Resulta una frivolidad despreciar a unos músicos que transmiten tanta veracidad e intimidad, que incluso recitando la lista de precios de un motel de carretera de Texas sonarían agridulces y emotivos, convincentes, reales.

Buttercup, un medio tiempo subyugante, abre un disco que, pese a ciertos altibajos, cierta densidad puntual, nos devuelve a una Lucinda capaz de irradiar energía y esperanza desde la introspección, la reflexión, desde esa delgada línea entre la luz y el abismo donde parece encontrarse tan cómoda. Uno jamás termina de percibir el triunfo absoluto e inconsciente en Lucinda Williams. Podrá sonar optimista, pero nunca frívola o aburguesada. Esa ambigüedad, esos matices, la hacen irresistible y profundamente humana. Y es en esos derroteros, de principio a fin, donde se mueve Blessed, donde la compositora plasma vivencias propias y asume dramas ajenos, como en el caso de uno de los temas más indisimuladamente tristes y bellos, Soldier’s Song, donde se pone en la piel de un soldado que añora todo lo perdido, toda la familia que deja atrás, antes de luchar en la maldita guerra.

Otro protagonista que se cuela en la obra, por desgracia, es el tristemente fallecido Vic Chestnutt, a quien Lucinda le dedica un tema sublime, de una intensidad rockera pocas veces vista últimamente en la estadounidense, llamado Seeing Black, uno de los momentos álgidos de la obra, con el acertado apoyo a las guitarras de Elvis Costello. Con un cariz más contenido, más crepuscular, es obligado destacar Copenhagen, otro maravilloso fogonazo de genialidad, una de las canciones más emocionantes que se hayan escrito en los últimos años y que Lucinda dedica a un antiguo agente suyo. De similar tono encontramos I Don’t Know How You’re Livin’, otra composición descarnada y embriagadora y con capacidad suficiente para justificar por sí sola la existencia de un disco que, en lo negativo, cabría achacarle alguna canción un poco aburrida, como Born To Be Loved, o una segunda mitad no excesivamente deslumbrante. En fin, no alcanza el estado de gracia de World Without Tears o de Sweet Old World, y no es meridianamente superior a West o Little Honey, pero lo dicho, quien desee hacer de su mundo personal un lugar más habitable e interesante, que no lo ignore.

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 7/10

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