El pasado viernes 30, el sello euskaldun Bidehuts lanzaba un bombazo de proporciones descomunales. Lisabö publican nuevo disco, lo estrenan en Rockdelux, y vendrá acompañado de una gira con una formación flexible. Se mantiene entonces una estructura dura de banda con cuatro miembros y de ahí, pasará a tener diferentes formaciones a lo largo de los directos (catárticos a buen seguro) que dará la formación surgida de Hondarribi/Irún y que ha generado su propio lenguaje de expresión disco a disco.
Era por tanto una cuestión de unas 24 horas poder escuchar qué tienen que contarnos una de las joyas de la música europea. La banda que prendía escenarios como trío teloneando a Fugazi, o actuando para diez personas en un bar perdido al lado de la ría bilbaína del Nervión, regresaba a las tablas tras siete años de silencio y contadas apariciones. Una de ellas, por cierto, como fans en primera fila en el concierto que dieron manta ray en Gijón el pasado 2017 en el aniversario del bar la plaza. Sí, como público, porque su pasión va más allá de sus propias composiciones.
El nuevo trabajo supone una piedra en una montaña que se mueve entre el posthardcore, voces retorcidas hasta el extremo, textos introspectivos, gusto por bandas como Swans o Fugazi y referentes más próximos como Dut o Akauzazte en una especie de retroalimentación que nunca cesa. Lisabö son Lisabö y Ezarian en su día marcó un antes y un después junto al último disco de Dut Askatu Korapiloa. Intensidad de alto voltaje emocional ambos. Screamo con olor a roble y sociedad postindustrial. Nomaden zirkulu tematia nos deja boquiabiertos pero es que los primeros compases de Olio tantak ezpainetan superan cualquier expectativa. Dos baterías en la fórmula, bajos a lo Cop Shoot Cop, grano en las capas de guitarras afiladas y voces desafiantes. Con la vena del cuello hinchada se alternan los diálogos entre tensiones hasta caer en un ruidista ejercicio de akelarre que se desvanece como la luz al llegar las primeras nubes.
Oroimena galdu aurretik idatzi gabeku gutuna sirve para despertarnos y colocarnos de nuevo en ese mundo en combustión en el que cada palabra cobra importancia. Si alguien recuerda a Carlos Desastre, ex-713avo amor o el existencialismo de Corcobado y la narrativa de Laboa, se puede hacer a la idea de que los textos del colectivo son de asimilación lenta. En este caso, una canción más cercana al postrock tenso de this Will Destroy You con el postmetal de neurosis nos transporta un poquito más allá de los límites del propio género resuelto con un final en el que se puede percibir lo crudo y desnudo que está grabado el disco flotando las cuerdas de fondo. Hegaldiaren etenaldian es otra canción extensa, que requiere de tiempo para sumergirnos en su mundo de emociones complejas y rabia contenida, de catarsis necesaria y expresividad sin filtros. Una canción en la que vemos a mar otra vez y a los Swans de la última reencarnación que hicieron temblar los limitadores en los festivales.
Eta edertasunaren lorratzetan biluztu ginen llegaba de un día para otro en los medios y redes contra la sobreinformación de las bandas y sellos. Algo meditado y con significado? Seguro. Entre el hastío y la sobreinformación sacan su trabajo sin red, con los nervios de antaño cambiando una emisora de radio por una web que les apoyó en no pocos momentos. Quizá augurando que uno de sus directos sea en el próximo Primavera Sound. Screamo a medio tiempo hermanado con sus primeras referencias algo más ligero pero no por ello menos desgarrado en lo vocal. Senda que continúa Amuz inguratuta como confirmación de que se han tomado los respiros estrictamente necesarios para que este disco se distribuya en la AZOKA DE DURANGO como uno de los grandes atractivos de la feria. Un disco directo a la yugular sin que se note que la banda ha mutado, al revés, parece que ha tomado nuevas energías manteniendo la brújula apuntando al norte. Siempre al norte con guiños a los mejores Swans como esos cortes tan característicos de la banda liderada en el ritual colectivo por Michael Gira.
Cierra este puñetazo en la mesa dividido en siete cortes sin espacios entre canciones Denboratik kanpo bizi garenok, en el que una nueva introducción nos permite reponernos del sopapo y sacarnos el pelo de entre los dientes. Llevamos todo el disco masticando arena. Con ellos/as cuando están en su punto, siempre ha sido así. Probablemente una de las mejores bandas en directo acepta el reto de los discos de un modo visceral porque sino nada tiene sentido. Tal y como nos cuentan desde Bidehuts “Aida Torres se ha ocupado de una de las baterías y Maite Arroitajauregi ha tocado el cello. Para los conciertos de presentación, aún por concretar, Borja Toval (Sacco) y Sergio Gonzalez (Izaera, Sorkun…) se sumarán en la formación a Karlos, Javi, Xabi y Eneko”. ¿Serán esas baterías de Aida las culpables de estos nuevos aires?. Un nuevo estallido emocional hasta que su música se calla. Así, el inesperado regreso de Lisabö resulta altamente satisfactorio para sus seguidores/as y, dada la situación actual, seguro que hay quien no los pudo ver en su momento que se suma a la batalla. De hecho, les confirma como lo mejor de su género y, a estas alturas además, salvando las distancias, se erigen como referentes indiscutibles.