El listón comienza muy arriba: Girl Like Me pone las expectativas muy altas ya que se trata de una de las canciones más potentes junto con Gone, Gone, Gone, que sirve de cierre. Aunque con el primer tema empezamos a salivar ante la prometedora apertura que ofrece, la cosa decae un poco puesto que los temas que la siguen, lejos de ser malos, son más flojos. Vaccine y Vanity pecan de ser un poco repetitivos, pero el resto son bastante homogéneos dentro de una calidad más que aceptable. A partir del The Quick & The Dead, otro de los mejores gracias a los unos cambios de ritmo y a un sabor muy dulce a banda femenina de los noventa que lo hacen muy pegadizo y apetecible, el disco vuelve a subir y se estabiliza hasta la décima canción.
Como curiosidades, destacar que el primer corte, el mencionado Girl Like Me, posee un comienzo que recuerda al Rumor Has It de Adele y el Black, White and Blue se aproxima en gran medida al Paradise Circus de Massive Attack y Hope Sandoval.
A pesar de que la australiana no es la alegría de la huerta, los directos son muy potables y movidos, principalmente porque la gente se centra más en la música que en la puesta en escena (pero el que quiera espectáculo, que vaya al circo).
Con esto de la crisis, uno ya duda; no sabemos si lo de espaciar tanto los álbumes es una estrategia de marketing para no tener que cambiar de registro y poder vivir de las rentas o que realmente Pip es adicta a este estilo. Sea lo que fuere, sin grandes pretensiones, este disco posee canciones que lo hacen llegar al notable. Aunque, como artista, en lo que a evolución se refiere, Ladyhawke no pasa la prueba del algodón ya que sigue estancada en su sonido que, por otro lado, no hace historia en la música, pero entretiene.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8/10