El disco en cuestión es una interesante propuesta que coquetea entre ramalazos de cantautor, el pop, el rock de raíces, el lo-fi, la Velvet Underground, Dylan… Pero como un buen barman, todo bien mezclado dando un producto personal y una propuesta original y valiente: original porque plasma la personalidad del cantante en cada una de las composiciones, y valiente porque no es un disco de canciones fáciles, y quizás sin ningún single al uso que se pueda extraer. Así, estamos en esos discos que deben ser escuchados una y otra vez, para así darnos cuenta de la multitud de matices disfrazados de arreglos, guitarras eléctricas que rompen la melodía, o teclados que pueblan de atmósferas y texturas a canciones que en un principio podrían ser más simples de como se nos presentan finalmente.
Abre la más accesible de las composiciones, Baby’s Arms, y por ello cuenta con un recién estrenado vídeo realizado con teléfono móvil, posteriormente Jesus Fever ya empieza con otro ritmo más dinámico, y así sucesivamente se encadenan canciones, cada una es una pieza con su estilo propio, mezcladas por Kurt sin ningún tipo de miedo. Y es que es un larga duración donde la experimentación tiene un protagonismo especial pero con el acierto de no hacerlo inaccesible, sino interesante y fresco. Clara muestra de ello es Society Is My Friend con unos teclados a los The Cure más opresivos, o Peeping Tomboy, que empieza como una clásica canción del folk más tradicional americano y acaba rota por unos bruscos cambios de tempo, ralentizándola hasta lo impensable.
Si tienes un día en el no que quieres parar la oreja y escuchar con dedicación, guarda este disco para otra ocasión, no lo malgastes. Porque hay que aprovechar ese día más inspirado para escuchar y maravillarse un poquito con este personalísimo intérprete.
PUNTACION CRAZYMINDS: 8/10