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Japanese Breakfast – Soft Sounds from Another Planet

El segundo álbum de Michelle Zauner, alias Japanese Breakfast, enraíza en una nueva etapa de la vida de la artista de Portland. Mientras que en Psychopomp (2016, Dead Oceans), Zauner encaraba el fallecimiento de su madre a través de un sonido dream pop enérgico que exploraba temas como la sexualidad o la muerte, su nueva entrega Soft Sounds from Another Planet aporta una mirada reflexiva sobre los últimos años de su vida. La voz que interpelaba “Can I get your number, Can I get you into bed?” en aquél Everybody Wants to Love You, da paso ahora a una voz frágil y calma cuya esencia radica en el recuerdo.

El sitio idóneo para la reflexión, Zauner ha querido situarlo en el espacio exterior, colando su voz y su instrumentación –sintetizada o no–, entre planetas, estrellas y satélites. Comenzando por piezas pomposas, etéreas, de voces moduladas y sonido sintetizado, hacia mediados del álbum Zauner gira hacia un estilo menos electrónico, en que grandes baladas se combinan con piezas más discretas a modo rock lo-fi, suave, en que la cuerda y percusión ganan predominancia.

Dentro de las primeras encontramos las mejores partes de este álbum. Por ejemplo, en el electro pop de Machinist, primer single del álbum en que una mujer se confiesa enamorada de un robot. Esta pieza juega con sonidos sintetizados, desde una cierta base de percusión hasta la a veces robótica, a veces susurrante voz de Zauner, pasando por muchos otros tipos de sonidos –saxofón, por ejemplo– para llegar a una explosión de música disco. Tras esta historia de desamor y ciencia ficción, la artista vuelca sus inseguridades sobre una letra que parece querer hablar, también, sobre sus propias dificultades para interactuar con el mundo.

En la misma línea sonora encontramos el breve, bucle instrumental Planetary Ambience, o las primeras Diving Woman y Road Head. Son piezas abiertas a un sonido etéreo, ensoñador, en que lo sintetizado nos eleva al universo mientras lo lírico aborda experiencias enraizadas en la tierra. Diving Woman, por ejemplo, toma su título de una tradición de la surkoreana isla de Jeju, famosa por sus mujeres submarinistas, haenyeo. El estilo de vida de estas mujeres, de régimen estricto y dureza, inspiró a Zauner para escribir pie a una letra que reflexiona sobre la normalidad o la tradición y un cierto sentimiento de “culpa” de la artista, de raíces surcoreanas, por salirse de estos cánones. Road Head, por su parte, indaga en el sentimiento de insatisfacción de muchas relaciones amorosas.

Algunas de las piezas del álbum escapan de este sonido sintetizado pero no sin perder su ambición celestial. Entre ellas encontramos Boyish, que la artista recupera de su anterior banda Little Big League. Una polifónica balada sobre el amor no correspondido. La breve 12 Steps analiza el desgaste de una relación, mientras que la novena, The Body Is A Blade, emplea un rock suave para desarrollar un monólogo interno sobre el hecho de seguir adelante tras haber vivido una experiencia traumática. Pero es, como ha reconocido la propia Zauner, la balada Til Death aquella en que la vuelca todos los temores que la han atormentado en los últimos años: “haunted dreams, stages of grief/ repressed memories/ anger and bargaining”, canta. Como si de una pequeña caja musical se tratase, la pieza comienza con una melodía aguda, punzante y delicada que, finalmente, dará paso a un coro de trompetas mientras la letra se vuelca en agradecer a una tercera persona, por el apoyo brindado: «your embrace, healing my wounds/ teach me to breathe, teach me to move”. Zauner, más frágil que nunca, necesita de compañía para seguir adelante, acumulando experiencias y tornándolas en música.

A medida que baja a la tierra, la música de Zauner pierde poco a poco su carácter sintetizado, dando paso, hacia la penúltima pista del álbum, This House, a un sonido prácticamente acústico, guitarra en mano, en una balada que reflexiona sobre la vuelta a casa y la añoranza de lo vivido.

Soft Sounds From Another Planet muestra una segunda cara del dolor para Zauner. Ahora que el shock inicial ha pasado, la cantante trata de aceptar y redefinir aquellos eventos que marcaron su vida, permitiendo que su sonido avance a medida que lo hacen estos. El sonido de Japanese Breakfast nacía así de una herida y ahora busca encontrar su lugar, dejando un sabor de boca agridulce, un poso existencial en nuestra mente y la curiosidad por saber hacia dónde seguirá creciendo.

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