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IZAL – AUTOTERAPIA

Seguramente sea uno de los más exitosos del panorama actual español y, como todo aquel que roza la fama, Izal se encuentra en la cuerda floja entre amantes y detractores. Su innegable triunfo es digno de admiración y en apenas seis años han cargado con cuatro largos de estudio a su espalda cada cual más prolífico que su anterior.

Auroterapia vuelve con una mirada íntima a la vida personal del letrista y fundador Mikel Izal, que con su peculiar poética y retórica sorprenderá, de nuevo, a más de uno. Antes de un análisis más detallado cabe reseñar que este trabajo no es un buen comienzo para todo aquel que conozca la banda de oídas, pues contiene un sonido muy viciado potenciado a lo largo de tres álbumes previos. Sus once temas suenan innegablemente a Izal con tintes experimentales dignos de admiración, pero muchos lo encontrarán más de lo mismo dentro del mundillo musical del grupo.

Arranca el LP con un potente tema homónimo caracterizado por el sorprendente sintetizador que al propio Mikel le costó encontrar a la antigua “prueba y error” entre librerías de sonidos. A este instrumento se le suma Alejandro Jordá con su potente batería y el maestro Ara Malikian con su peculiar violín y su sonido balcánico.

Tras la peculiar forma de comenzar un disco y usar el tema que lo da nombre como pista número uno llega el primer single, un tema ágil y arriesgado por su peculiar tempo al que los fans ya se habían acostumbrado. Rompen así la sorpresa inicial y deleitan con una canción en la que brillan todos los miembros de la banda mostrando su cohesión. Cabe destacar el uso de un bajo funky por parte de “Gato”.

A El Pozo le sigue Ruido Blanco, tema que los más fanáticos ya conocerán, pues se presentó en los últimos conciertos de la gira pasada. Dos son las características más destacables: por un lado, las armonías constantes que no dejan a Mikel solo en casi ningún minuto de la canción y, por otro, la recurrente presencia de un teclado que dura hasta el final. Con sus casi seis minutos Bill Murray sorprende, de nuevo, por su título y sus más de tres cambios de estilos a lo largo de su duración. Su batería electrónica lleva hasta Pausa, el segundo sencillo publicado que hace las veces de balada y rompe el ritmo general del tracklist.

La segunda parte del álbum está cargada de más altibajos y se hace algo más inconexa pero, a la vez, más monótona. Salvan esto las dos canciones de transición, Canción Para Nadie y La Increíble Historia del Hombre Que Podía Volar Pero No Sabía Cómo, que contrastan por su diferencia lírica. La primera está más desarrollada y posee esos tintes poéticos que, a veces, ni los propios compañeros de Mikel son capaces de seguir. La segunda es plenamente narrativa y sumerge en una historia “cotidiana” mucho más novelada.

La conclusión sobre este disco es que, a todo seguidor de la banda que aún apueste por ellos y les dé cancha para la experimentación le gustará en mayor medida que a todo aquel que se le hayan hecho bola en los últimos años. Su presentación apostaba por la diferencia en ritmo, temática, estilo y melodía; y fue un fiel reflejo de todo lo que estaba por acontecer que ya puede escucharse y que, viendo la trayectoria del grupo, será coreado en muchos conciertos.

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