El estallido que supuso el debut de Idles en la música británica sigue resonando en buena parte del globo. Y no es para menos, porque Brutalism confirmó las condiciones de un quinteto de Bristol con pinta de paletos que transmitía con su sonido rabia y disconformidad hacia todo lo que ocurría a su alrededor. Poco después firmaron por el sello independiente neoyorquino Partisan Records y, año y medio después, ya tenemos con nosotros la reválida de Idles: Joy as an Act of Resistance.
Un disco igual de crítico y apolítico, pero que pierde en cuanto a sorpresa debido a la repetición clara de la fórmula de su primer trabajo. Los ritmos abruptos y constantes se mantienen, al igual que los coros hooliganescos y los frenesís guitarreros. Un álbum afilado y atosigante que cumple con su función de despertar y conectar a sus seguidores.
Lo hace sobre todo gracias a las letras que escupe a lo largo del trabajo el vocalista Joe Talbot. Éste pone el foco en algunos de los temas más delicados del momento actual, desde la inmigración hasta la masculinidad toxica, pasando por los nacionalismos y las diferencias entre clases. En su discurso, el cantante trata, en cierto modo, de impregnar de positivismo a una sociedad necesitada de ello.
Destaca entre tanta reivindicación un tema descarnado y personal de Talbot, June, en la que se abre al oyente para mostrar su dolor por el fallecimiento de su hija el mes de junio de 2017. Agatha nació muerta y así lo dice directamente en la canción, donde recuerda que él se siente padre (“A stillborn is still born / I am a father”). Talbot se vale de esta pieza para recordar lo importante que es mostrar los sentimientos, aunque sean así de terribles.
Pero no todos son trágicas experiencias y Talbot también se vale de la parodia y la sátira para conectar con referencias de la cultura pop. Solo así se entiende esa conexión de Charlie Sheen con la cocaína (Never Fight a Man With a Perm), la mención del estilista de Tom Hiddleston (Gram Rock) o cuando se acuerda de toda esa gente que, como a él, no le importa nada quién vaya a ser el próximo James Bond (I’m A Scum). No en vano, ¿a quién le puede interesar alguien que «mata por su país, la reina y dios»?
Destacan los adelantos que ha ido compartiendo el ruidoso combinado, desde Colossus, dividida en dos partes contrapuestas; hasta Great, que trata con ironía a los que votaron a favor del Brexit; pasando por Danny Nedelko, todo un himno a favor de la inmigración. Además de Samaritans, canción en contra de la “mascara” de la masculinidad en la que Talbot incide en porqué nunca vemos llorar a nuestro padre.
Desentona un poco por su contenido más sensible la versión de Solomon Burke, Cry To Me; mientras que Rottweiler supone el mejor cierre posible al disco, llegando a un clímax que transmiten de la misma forma en directo. De este modo, se trata de un conjunto que agradará a sus seguidores gracias a la continuidad de su sonido y su acertado discurso.
En definitiva, una reválida de Idles que profundiza en la “vulnerabilidad” de la que tanto habla Talbot en las entrevistas y que, al mismo tiempo, peca de predecible y repetitivo en muchos puntos.