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HEALTH – DEATH MAGIC

Hace ya casi ocho años desde que HEALTH lanzaran aquel remix de Crystal Castles, y diez desde que se formasen como cuarteto, y después de todo este tiempo y seis años de silencio son los Crystal Castles los que se han separado y los propios HEALTH los que toman cierto relevo de un sonido industrial, incomprendido y devastador.
En 2007 pudimos escuchar el debut homónimo de los angelinos, una amalgama de 28 minutos inclasificable genéricamente que se dedicó a reventar tímpanos y a dejar pasmado a todo el mundo durante ese año y el siguiente. Poco después, en 2009 se confirmó que HEALTH sabían lo que estaban haciendo, y que ni golpe de suerte, ni pretenciosidad ni leches, había un sonido raro e impredecible bastante interesante, al que aún le quedaban por pulir muchas cosas. Pero después desaparecieron del mapa, una leve aparición en la banda sonora de un videojuego y sin noticias desde la estación, hasta que, cuando ya nos estábamos olvidando de sus dos notables álbumes, lanzaron New Coke, con gente vomitando y un beat enfermizo, y se hizo evidente que aquí había tomate.
Death Magic es una oda a una generación, la actual, más culta, más nihilista y narcisista que nunca, amante del consumo veloz, de la droga, de la oscuridad, la noche, la autolesión, el escepticismo… Todos estos elementos explotan en 40 minutos sobre unas instrumentales de sonido industrial apabullantes, arrancando totalmente todo lo sucio, lo-fi y punk que pudiese tener su sonido, y dejando con crudeza unas sensaciones dignas de un subidón de cualquier droga de diseño.
La premisa es evidente, la vida es absurda, no tiene sentido, y una de las pocas liberaciones que nos queda es el consumo de drogas ante algo que se desgasta y que no se puede tomar en serio. Pero las drogas no palian el dolor, simplemente lo dejan expuesto a nosotros, con unos beats más agresivos, que nos otorgan cierta y momentánea sensación de poder, de euforia. Death Magic abre con Victim, en la que se planta la fragilidad de los sentimientos y el sinsentido de la rutina mientras unos golpes pausados acompañados de efectos tratan de aislarnos de lo que nos rodea, para meternos de lleno en lo que va  a significar este evento. Además  viene con un aire de crescendo, como los efectos de un estimulante que comienzan a presentarse, hasta la entrada de Stonefish: “We stay possesed by what we love, and we both know, love’s not in our hearts”. En estas primeras canciones se nos habla del gran problema de la madurez, no vamos a volver atrás, ya no volveremos a sentir lo que sentimos, estamos totalmente quemados y aquellos sentimientos no nos pertenecen. Ahora sólo somos ruido y beats salvajes, que supuran dolor por los poros, desengaño, y aún con todo, un subidón gracias a las endorfinas, ese estado de mirada perdida y desfase, esa carencia de sensibilidad pero con ganas de que nada acabe, la contradicción en el pensamiento.
Así llegamos a Flesh World (UK) donde recibimos el beat más predecible, más conocido, mientras se nos recuerda; “estamos aquí, no hay nada más, no estamos aquí para encontrarnos a nosotros mismos”, o “haz lo que quieras, no necesitas perdón”. No hay principios ni soluciones, todo esto en plena ebullición bailable, multiplicando lo perturbador de su mensaje, casi llamando a una bacanal infernal, o por lo menos a una en la que no existan las reglas ni los límites. El dolor llega en forma de ruido (Courtship II), no sólo como resaca, o post droga con depresión, sino también como auto tortura en la reflexión de la contemplación, inevitable en momentos como los mencionados. A ella se unen dos canciones más de soledad y depresión, Dark Enough, que representa las noches más duras, las del pensamiento que no permite conciliar el sueño, y el planteamiento de las relaciones sociales, y de cada una de nuestras acciones, determinadas como correctas o erróneas de forma automática. La otra es Life, que es el gozo, una de las canciones más maravillosas del álbum –si es que puede uno elegir pocas- “La vida es dolor, pero tengo miedo a morir” o “La vida es rara pero es todo lo que tenemos” son dos de las estrofas más reseñables, con un sonido casi positivo, o al menos dentro de la línea, una alegre melancolía en la que uno se regocija en su habitación, aunque sepa que tener conciencia de la razón de su dolor no lo aliviará.
Con estas sensaciones volvemos a las drogas, pero un consumo especialmente climático, con melodías bellas, casi comerciales. Y a destacar como apoteósico ese “Life Is Good” mientras New Coke estalla de forma salvaje, salvaje pero sobre todo satisfactoria, provocando una euforia incontrolable en el oyente, que no solamente entiende que está escuchando un temazo, sino una elegía a los estupefacientes. L.A Looks es simplemente un momento divertido, puede ser con o sin drogas blandas, en el que no olvidamos que queremos otra forma de vivir, y que seguimos utilizando mal a la gente que nos quiere, por culpa nuestro elitismo y egocentrismo, pero eso no es suficiente para dejar de hacernos disfrutar de los momentos lúcidos junto a ell@s, con un estribillo y estrofa melódicamente geniales. Para finalizar la narración está el cierre, Drugs Exist, que es un simple recordatorio de que esas cositas que nos inhiben están aquí por algo, y que funcionan de forma eficiente sobre el pesar de muchos, a pesar de después hacerles menos útiles o aceptables ante la sociedad, es de alguna forma amenazante, y sobre todo triste, nos lo dice con dolor, porque las cosas no pueden ser de otra forma, y al final este es otro viaje que termina sin ningún conocimiento nuevo, todo sigue dentro del CD, y cada experiencia se quedará ahí pegada, incapaz de llegar al otro lado.
Pero esto no va a pasar con HEALTH, su tercer álbum es uno de los discos del año, es hasta extraño decirlo pero ha merecido la pena esperar 6 años para poder disfrutar de algo tan redondo, tan fino y calculado, además aquí sólo cabe la subjetividad, los norteamericanos siguen sin ser una banda para las grandes masas, pero han demostrado que saben lo que quieren, lo que pasa ahí fuera y que saben llevar a consecución su trabajo y sus más oscuras inquietudes.
 
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