El histrionismo musical de Gruff Rhys sólo es comparable a su capacidad para construir ambientes, y en esa especie de tierra de nadie (que cada vez lo es menos con su carrera en solitario) es donde se coloca su nuevo álbum, American Interior, un disco maravilloso, grandilocuente y evocador a partes iguales. Se trata de un (literalmente) viaje sonoro, que sigue los pasos de la historia de John Evans, un explorador galés que en el siglo XVIII se embarcó en una expedición en busca de una supuesta tribu americana de habla galesa.
Por tanto, y dada su temática, no es coincidencia esa especie de recorrido que va a mostrar el álbum y las metáforas constantes que vamos a usar para referirnos a él como eso, un viaje. Como viaje no deja nada sin visitar, tocando todo tipo de sonoridades, todas impregnadas lógicamente de esa sensibilidad pop que caracteriza a Gruff Rhys y que le insta a hacer canciones pegadizas y de fácil agarre, si bien instrumentalmente no son nada de fáciles. En sólo los tres primeros minutos tenemos una introducción, American Exterior, puramente electrónica que contrasta con el siguiente tema que da título al disco, American Interior, más ligada al viaje natural que se va a contar, dándole sentido a la elección de los nombres y dejando claro el abandono de todo lo falso y no natural. En este tema insignia encontramos algunas de las constantes del disco, como es el omnipresente piano. También tenemos la batería atronadora contrastando con el lado más sensible y los violines, que refuerzan esa parte melódica a la vez que añaden un componente más dramático y serio. Esta línea se repetirá por ejemplo en Liberty (Is Where We’ll Be), también evocadora y maravillosa, en la que vuelven los violines y el piano con más claridad.
Si American Interior da una sensación como de pureza a la par que de grandiosidad (todo medido de una manera increíble), 100 Unread Messages juega más al divertimento instantáneo con, de nuevo ,una batería atronadora, y una mezcla de revisión country y folk pop sesentero. Es una canción pegadiza, con un estribillo resultón y un sentimiento de diversión. A continuación, en The Whether (Or Not), se mantiene una mínima base country que podemos oír marcando al contrabajo, aunque da lugar a una canción más ecléctica y experimental, donde las acústicas se alternan con las discordancias electrónicas. Resulta una canción igual de pegadiza y con el mismo sentimiento que la anterior y ritmo saltarín de la anterior.
La multitud de sonoridades van a ir ligadas a todo un historial de influencias, ya que American Interior se dan cita desde el folk, la psicodelia y el pop sesenteros hasta la nueva psicodelia y el space rock, pasando por el glam y el progressive de principios de los setentas. Vamos a escuchar sobre esto, influencia de Bowie, por ejemplo, en la siguiente The Last Conquistador, o más tarde en Liberty (Is Where We’ll Be) y Walk Into The Wilderness. Esta The Last Conquistador suena a balada lennoniana futurista, entrando teclados y cajas de ritmos que contrastan con la parte más humana, y confirma a Gruff Rhys como un creador de himnos pop por antonomasia. Esta sensibilidad pop de la que hablamos se repite en Lost Tribes, que sigue abriendo el horizonte del disco con un pulso incesante y motivador que llama a la aventura y una atmósfera evocadora que busca introducirte en ese mundo tribal. En ella se mezclan los sonidos humanos y virtuales en una especie de retrato de la naturaleza actual. En un terreno similar pero aún más marcado está Allweddellau Allweddol, un tema inclasificable con cambios de ritmo y ambientes que se superponen y, sobre todo, ese impulso tribal del que hablábamos, que te introduce en un bucle que o bien te puede llevar a una naturaleza más espiritual o bien te puede acabar dando dolor de cabeza.
El lado más lento y reflexivo comienza con The Swamp, en la que, sobre una base electrónica y el piano, oímos a un Gruff Rhys con complejo de crooner hasta que la canción va derivando en una especie de balada post Beatles. De este lado tenemos casi toda la recta final del disco, culminando en la más tradicional y sencilla Tiger’s Tale, y con la excepción de Iolo, que sigue rompiendo los esquemas con una percusión cabalgante y unos dramáticos violines que transmiten un sentimiento como de película del oeste contrastado con unos coros en modo repetición que también pueden agudizar el dolor de cabeza.
Cuando llegamos a Walk Into The Wilderness parece que el viaje ya se ha acabado y solo queda echar la vista atrás y hacer balance, ver lo que hemos ganado y lo que hemos perdido. Es una canción de echar la vista atrás y descubrir dónde estamos y lo que tenemos para, desde ahí, saber hacia dónde vamos y lo que nos queda por venir. Year of The Dog sigue la misma línea baladística de la anterior con un sentido más folk.
En Year of the dog podemos oír el sonido de los dedos sobre los trastes de la acústica en lo que nos puede servir para dejar clara la naturaleza pura que mantiene todo el álbum y que se envuelve en ese manto de superficialidad pop. American Interior pone de relieve la forma de ser concienzuda y preocupada por lo original y lo auténtico detrás de todos esos artificios sonoros que cubren sus canciones.
En este disco, Gruff Rhys ha alcanzado un mayor grado de espiritualidad, por llamarlo de alguna forma, que muchas veces se perdía entre el mero entretenimiento de los discos anteriores (sin ánimo de menospreciar lo que son grandes discos). Aunque cuando se escucha se nota que es un disco hecho para entretener (y de hecho es lo que consigue), es más profundo de lo que parece a primera vista. Busca una conclusión, va de un punto A a un punto B, no es un camino en balde.
Tiene mucho que ver la parte de la historia en este recorrido musical. Puestos a especular, quizás es ese sentido humanista que tiene la historia que lo inspira lo que hace de la parte instrumental una forma de encuentro con la naturaleza del hombre moderno del que hablábamos y el retrato de su choque con sus propias raíces, las raíces de su cultura más ligada a la naturaleza virgen.
Lo que sí es verdad es que todo sonido, por más orgánico o electrónico que sea, es bienvenido con el fin de retratar ese viaje, no ya físico sino espiritual, de John Evans, trasladado a la actualidad y contado a través de los ojos del músico. Toda canción tiene un sentimiento de búsqueda de la pureza y de reconciliación del sonido electrónico y humano, de tal forma que se mezclan imperceptiblemente, y no se usan los sonidos discordantes como simple transgresión. En este sentido, el álbum es una especie de exploración, con un Gruff Rhys convertido en expedicionario a través de toda la influencia pop que ha marcado el último medio siglo, siempre buscando el sonido perfecto, y cual John Evans trazando un mapa del sitio musical. Se puede simplificar diciendo que es un disco pop, pero definiéndolo con un concepto universal de pop. Como una metáfora de ese viaje de John Evans, en American Interior Gruff Rhys recorre algo que ya existía antes de él, pero nos hace verlo como él lo ve y, sobre todo, nos hace oírlo como él lo oye, nos coloca en el principio y nos da un empujón, para que al final, igual que él con este disco, saquemos nuestras propias conclusiones.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8,5/10
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