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FRANZ FERDINAND – ALWAYS ASCENDING

Tener un debut como el que tuvieron Franz Ferdinand en 2004 con su homónimo trabajo, en ocasiones se convierte más en una losa que en una bendición para la carrera de la banda que lo experimente. La explosión que supuso ese álbum con canciones como la memorable Take Me Out es tal que no han podido superarse a sí mismos, seguramente por las elevadas expectativas que se tuvieron puestas en ellos a partir de su irrupción en la escena independiente mundial.

Un año después, You Could Have It So Much Better mantuvo la inercia que llevaban, gracias sobre todo a Do You Want To, pero a partir de ahí el hype se fue desinflando poco a poco y Tonight (2009) pasó desapercibido, quizá por estar carente de singles tan resultones como nos tenían acostumbrados. Con Right Thoughts, Right Words, Right Action (2013) parece que querían volverse a levantar y seguir peleando pero, aunque contenía algunas piezas muy reseñables, la irregularidad del conjunto del disco hizo que poco a poco se perdiera la fe en Alex Kapranos y los suyos.

Lo que pudo ser un grupo de gran importancia global se quedó en un nombre más en los cientos de festivales que pueblan nuestro planeta cada verano. No podemos negarlo, sus directos siguen siendo efectivos, divertidos y 100% disfrutables, pero queda siempre la sensación de estar viviendo de esa herencia que dejaron sus primeras grabaciones.

Llegados a este punto y coincidiendo con la marcha de Nick McCarthy, parece que un nuevo horizonte se presenta para Franz Ferdinand. El caballo de batalla es Always Ascending (¿premonitorio título?) pero, cuando parecía que íbamos a enfrentarnos al enésimo intento fallido de la banda escocesa por volver a auparse a lo más alto y teniendo poca fe en ello, nos encontramos con un disco que mantiene el pulso, salvando las enormes distancias cualitativas que los separan de sus primeros álbumes.

El tema que abre y da título al LP resulta tremendamente adictivo por su mágica intro, su crecimiento progresivo y el arrebatador sintetizador que conduce la canción a la dimensión que todos esperamos. Tras este corte llega Lazy Boy, donde aparecen unos Franz Ferdinand irónicos, se vislumbran enfoques algo más oscuros que de costumbre pero muy centrados en lo que debe ser un punto de inflexión en su carrera. Volvemos a bailar, pero de forma más contenida.

Esta perceptible nueva oscuridad se pone de manifiesto en The Academy Award o Lois Lane. Hablamos de rebajar las luces y de cierta instropección sonora, no de un apagón absoluto, todo sea dicho, ya que seguimos sin parar de movernos. Ni podemos ni queremos hacerlo. Así, llegamos a Huck And Jim, donde todo lo anterior se vuelve sobrecogedor, desde el riff de guitarra de Kapranos hasta el estallido del estribillo, pasando por el fraseo del cantante. Más rock que nunca. Sin duda, una de las mejores canciones de su trayectoria más reciente.

Cuando las diez canciones llegan a su fin aparece, en último lugar, Slow Don’t Kill Me Slow, el cierre perfecto a este quinto larga duración de la formación de Glasgow. Se bajan las revoluciones y, con una crepuscular pieza, retomamos la esperanza de que Franz Ferdinand continúan en plena forma y son capaces de seguir ofreciéndonos discos interesantes aunque por el momento no lleguen a regalarnos canciones tan imperecederas como las de sus primeros trabajos. Cabe preguntarse si el error no será nuestro por tender siempre a comparar cada nuevo material con sus mayores hitos. Lo importante es que podemos volver a confiar en ellos.

Escúchalo a continuación:

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