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FORTH WANDERERS – FORTH WANDERERS

La banda de New Jersey ha editado a través de Sub Pop uno de esos discos que compila mucho y bien del indie más atemporal gestado principalmente en los noventa entre el rock y el pop y que, en este caso, puede encontrar pareja de baile fácilmente con bandas como Built To Spill o The Breeders. Lujazo, lujazo. Compañeros de High School, Ben Guterl se erige en un primer momento como compositor y guitarrista y Ava Trillin se encarga de las letras y las voces. Tras algunos emails intercambiando demos pasan a conformarse como quinteto con las aportaciones de Duke Greene a la guitarra, el bajista Noah Schifrin y Zach Lorelli a la batería. Con el tiempo, pasarán a ser una banda con un peculiar modo de composición realizando este proceso por separado, puesto que sus componentes no suelen encontrarse siempre en la misma región y, aunque estén cerca, Ava por ejemplo prefiere siempre la intimidad de su zona de confort, su habitación, para poder sacar a la luz esas dudas y miserias de la forma más honesta posible.

El quinteto pese a su juventud, o gracias a su descaro (según veamos la botella), obtiene en un plazo no demasiado dilatado en el tiempo un enorme reconocimiento, seguramente inesperado, con su fichaje por el sello de Seattle tras dos Eps (Mahogany, 2013 y Slop, 2016 ) y un Lp (Tough Love, 2014). Su sonido en 2018 estará de nuevo marcado por unas composiciones que respiran cierto aire agridulce, nostálgico, ensoñador (marcado por la fina voz de Ava), de querencia emo onda American Football y acompañado de cierta angustia post-adolescente. Algo que comparten con Julien Baker desde los días como cantante de la banda de Memphis The Star Killers, los/as compañeros/as de sello Bully desde una perspectiva más cruda o ese proyecto en constante crecimiento denominado Car Seat Headrest.

Los primeros compases de Nevermine tienen esa frescura noventera que hoy día nos deja sorprendidos/as. Hubo momentos en que pensamos que el relevo no existiría. Vaya si lo hay. Hoy día, la música alternativa se encuentra en cierta marginalidad y, desde ahí, sin presiones, estamos seguros/as que se pueden lograr grandes canciones. En su caso en concreto hay cierta predilección por las melodías sencillas y redondas a las que parece costar levantar los pies del suelo. Por mi parte, ningún problema al respecto. Company es un perfecto segundo corte, más ligero aún que su predecesor. La base rítmica se muestra capaz de llevar el tema adelante y en apenas dos minutos y medio se despachan a gusto desde esa intimidad y sinceridad donde Ava escribe sus letras I’ve been waiting // For some company // And I’ve been patient // You’ve been waiting // For somebody too // And you’ve been patient. Podríamos avisarles que la cosa con el tiempo lejos de simplificarse se vuelve más compleja, pero debemos caernos para aprender de forma experiencial.

Ages Ago tiene aires frescos destartalados con esa guitarra punteando de un modo que Pavement desarrollaron hasta el paroxismo y la voz en este tema se sostiene como aquella lejana ya Cat Power de la época del You are Free. La disposición de los elementos y su variedad me hace pensar que este quinteto lleva en sus dispositivos gigas y gigas de música encima. Taste comienza con el piano. Las referencias a Chan Marshall se hacen evidentes al sonar menos arropada. Brillante en su timbre frente a la temerosa y característica voz de Chan, las palabras de Ava van ganando cuerpo a medida que la canción crece abrazando a Built to Spill. La banda en este sentido opta por, al unísono, reforzar la canción como un todo unido envuelto en cierta épica melancólica de pequeños gestos y miradas cabizbajas. The Star Killers supieron explotar esta intensidad que apenas deja espacios para el respiro.

Not for Me tiene ese punto de desengaño y hastío de una generación que vive por y para la comunicación en sempiterna exposición. Dudan de los fuegos artificiales en los besos, los caballeros en corcel blanco y el destino y ni siquiera las nubes les acompañan blancas e impolutas. I can’t feel the earth beneath my feet // Flowers bloom but not for me. Quizá el mundo sea maravilloso ahí fuera o, puede que estén empezando a descubrir que quizá no tanto. Destaco un arreglo a media canción que me ha recordado poderosamente al Undone – The sweater song de Weezer con el uso de una acústica. ¿Un guiño? ¿Una casualidad? ¿Un homenaje? ¿Una pincelada azul de genialidad en un cuadro impresionista repleto de grises y tonos ceniza?. La acústica que también en Be My baby decora uno de sus temas más atmosféricos y extraños en el que apenas concretan nada que no sea la voz y los pensamientos dando vueltas sobre sus propios pasos con nocturnidad y perplejidad. Auto convencimiento que sirve de excusa en New Face para seguir adelante en esa búsqueda de la otra persona. Saunter nos trae esa frescura de nuevo que respira todo el trabajo de los/as de New Jersey: I was lying here last night // I thought it’d be best if I left // I got up and went out for a stroll // I was nervous, I had no control. Errores necesarios como decíamos antes, todo dentro de lo normal con un final que de nuevo no puedo evitar disociar de Weezer (sin tanta presión en las cuerdas como el cuarteto de Los Angeles eso sí). Una veraniega Tired Games y una muy emo Temporary cierran este disco.

Llenos/as de buenas intenciones, no dudan en contarnos algunas malas pasadas con una brillante frescura tanto en sus textos como a la hora de arreglar con arpegios los temas en su justa medida. Sin abusar en este sentido de esos efectismos tan extendidos por la recua de seguidores/as de Tame Impala por ejemplo, no pierden el rumbo manteniendo el fondo sobre la forma en lugar de vaciar y deconstruir sus obras para mostrarnos capas y capas de embalaje que sólo contiene bonito aire (o humo). Forth Wanderers lejos de ello parecen mostrarse cómodos en esa semi desnudez del indie más bien lo-fi dosificando dramatismos, excesos y sobresaltos equilibrando al final el conjunto de su obra. Al ser su segundo larga duración, es posible que esta referencia les sirva para reafirmarse en el camino apuntado por su anterior disco. Además, aunque llueva fuera pueden buscar cobijo bajo el paraguas de Sub Pop. Sus letras y sonido se centran en la apatía, confusión y desubicación como elementos del sentir colectivo de una generación sobre informada, sobre formada y sobre estimulada. Todo ello con un halo de irremediable hastío por todo. Esa sensibilidad acaba dando el aroma a sus canciones que apenas superan los tres minutos y que fue grabado en cinco días por su amigo e ingeniero de audio Cameron Konner en su estudio casero de Filadelfia. Por todo ello, esperemos que haya llegado el momento de dejar de ser sólo esa nota de prensa que les describe como la banda de la que Lorde habló bien en 2014 en las redes.

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