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FLORENCE + THE MACHINE – HIGH AS HOPE

Escuchar la voz de Florence Welch resulta siempre una experiencia mágica, casi sanadora. Con High As Hope no ocurre nada que no esperásemos antes de conocer sus canciones. La diferencia entre un disco de Florence + The Machine y otro radica, casi siempre, en el envoltorio que se dé a la interpretación de la cantante británica, el vestido con el que se arrope cada pieza y, sobre todo en el mensaje, la intención comunicativa y expresiva de su líder.

El cuarto álbum de estudio de la banda encabezada por Florence gira en torno a un enfoque diferente del concepto general de las canciones. High As Hope es más terrenal, más directo e íntimo que sus predecesores. Canciones que, como nos tenía acostumbrados, están escritas a corazón abierto, con desgarro, sin maquillaje y sin ataduras, dejando que la cantante y compositora sea un alma libre, con claras intenciones de conexión y comunicación con el lado más sentimental de sus seguidores.

Es precisamente la libertad lo que más se reconoce en High As Hope, con canciones menos encorsetadas dentro del barroquismo del que Florence + The Machine han hecho gala siempre. Quizás ya no sea tan necesario disponer de unos arreglos extremadamente pomposos para lograr que la voz de Welch llegue a perforar cada poro de la piel de quien la escucha.

No resulta una novedad admitir que los registros vocales de Florence son infinitos y que ella es capaz, por sí sola, de llenar una canción, de elevarla a límites que van más allá del simple disfrute por la música y de convertir la escucha de una de sus interpretaciones en una experiencia casi celestial. Pero huelga decir también que, a pesar de lo que pueda parecer al leer los primeros párrafos de esta reseña, los cambios o evolución en este disco con respecto a los anteriores, son mínimos. En High As Hope tenemos los mismos giros, los mismos medios y similares fórmulas para llegar a la emoción que había en discos como Ceremonials (2011). Aunque esta vez todo se ha vuelto menos complejo, más básico y esencial.

La simplificación como arma

La tendencia a la simplificación debería ser algo que no se quedara en una mera anécdota de este disco, pues la propia Florence ya ha demostrado que no necesita de elementos grandiosos para ennoblecer cada palabra que canta. La grandiosidad está ahora en jugar con los recursos, en economizarlos y hacer más sutil cada arreglo (entendiendo su propia voz como un instrumento más), no en el exceso de melodrama. Es en este punto en el que el disco que nos ocupa se hace más interesante, se muestra más maduro en apariencia y más profundo en esencia. El mejor de los ejemplos al que podemos remitir es Sky Full Of Song, donde esa contención y minimalismo se lleva a lugares antes desconocidos en la discografía del grupo inglés.

El maravilloso homenaje que se hace a la figura de Patti Smith en Patricia o la canción que celebra el centenario de la legalización del voto de la mujer en Reino unido, 100 Years, son piezas claves para entender la naturaleza femenina del álbum. Mientras que canciones como Hunger nos conectan con el pasado de su autora de la manera que mejor sabe hacer, con dramatismo y épica. Florence Welch es inspiradora y con este trabajo lo ha vuelto a demostrar, con más verdad que nunca.

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