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Fleet Foxes – Crack Up

Los zorros están de vuelta. El año pasado se especuló mucho sobre el retorno de la banda que dio un enorme empujón al folk a finales de la década pasada, y los rumores finalizaron con las primeras fechas de conciertos confirmados a finales de año, entre ellas dos citas en nuestro país. El siguiente paso tardó en llegar, pero finalmente se anunció su esperado tercer largo; Crack Up llega seis años después de su segundo álbum y sin Josh Tillman (Father John Misty) a la batería. La banda formada en la tierra del grunge, Seattle, regresa con un disco que denota madurez creativa y busca experimentar en su música folk de raíces y atemporal.

Las influencias sesenteras se intuyen en un compacto en el que Robin Pecknold lleva la batuta gracias a su, por momentos exagerado, falsete y a una guitarra acústica protagonista en todo momento. Armonías y melodías repletas de instrumentación dibujan paisajes y transmiten sensaciones que pocas bandas son capaces de originar. En las siguientes líneas me dispongo a desdibujar uno de los compactos que más van a dar que hablar este 2017 y posiblemente de lo mejor que se ha editado hasta la fecha este año.

La voz de Pecknold bajando su tono y la guitarra acústica, nada más se escucha en los primeros segundos de este álbum; y no se necesita más para darse cuenta de que lo que va a venir a continuación va a ser algo único, mágico y que en esta época musical cuesta creer que pueda triunfar, pero lo hace; porque si en algo se diferencian es en que logran llegar a todo tipo de público. Así, esa “triple canción” con la que abren el disco te sumerge en un mar de olas, de ritmos que vienen y van; aunque siempre con Pecknold marcando el tempo. No se echa de menos a Tillman; y tanto la percusión y los riffs eléctricos, como la parte de cuerdas y vientos que dan el toque orquestal y barroco, suenan en una constante armonía.

Se podría decir que hay dos partes en este disco, una primera más folk y experimental; y una segunda, más melódica y eléctrica. Así, la épica de Cassius o la progresión de Third Of May sobresalen entre las primeras. Pese a la importancia de Pecknold, cabe destacar que cada miembro tiene ese momento de gloria en solitario; y además, los momentos instrumentales se suceden durante casi una hora de momentos de catarsis emocional y paz espiritual. Como interludio funciona If You Need To, Keep Time On Me, un título apropiado para pedir la atención que merece la segunda parte del álbum.

Esa segunda parte empieza con piezas más reconocibles en su repertorio predecesor. El comienzo de Mearcstapa ya intuye ese cambio de registro, donde empiezan a sonar más eléctricos y melódicos, con riffs que recuerdan a los Radiohead más experimentales. Justo después llega la mejor canción para mi gusto, On Another Ocean; el comienzo sosegado, los amagos de romper y la rotundidad y fiereza con la que lo hace la convierten en uno de los temas del año. El single, Fool´s Errand es también de lo más destacado y seguramente la que más se pueda disfrutar por cualquier tipo de público, con Pecknold llevando a lo más alto su falsete. En I Should See Memphis, encontramos el tono más bajo de Pecknold en una balada relajante y con una progresión lenta, enseñando un estilo al que no nos tienen acostumbrados, sin sus típicos coros grandilocuentes.

En conclusión, Fleet Foxes han vuelto con las pilas cargadas de experimentación y detalles instrumentales de otras épocas, que sitúan a la banda en una posición intermedia en la escena. Capaces de atraer a cualquier público gracias a una variedad repleta de registros y a una capacidad única de crear ambientes emocionantes y épicos a base de coros y melodías agradables. Se les echaba de menos, así que esperemos que dure más esta etapa que la anterior.

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