FFS – FFS

Después de tanto tiempo preparándolo, al final la colaboración entre el mítico Sparks y los escoceses Franz Ferdinand ha dado su fruto. Y ha valido la pena la espera. De hecho, hacia el año 2004, cuando los de Glasgow publicaron su primer disco, ya surgió la idea de una posible colaboración entre las dos bandas. En más de una ocasión los de Franz Ferdinand han mostrado su admiración por el largo trabajo de Sparks. Como a los americanos también les pareció bien la idea, Ron Mael, el cantante, les envió a los escoceses una demo de Piss Off. Y, desde entonces, la cosa ha ido evolucionando poco a poco hasta la publicación de FFS.

Y, la verdad, creo que esta unión les debe haber ido bien a los dos. Por una parte, ya hacía un tiempo que Sparks había ido bajando progresivamente el nivel de sus trabajos, provocando la sensación que estaban estancados. Por la otra, aunque seguían estando bien, Franz Ferdinand ya no mostraban aquella excelencia presente en sus dos primeros discos y, seguramente, trabajar con una banda tan longeva como los Sparks les puede servir para aprender muchas cosas y, por qué no, conocer nuevas fuentes de inspiración.

Es curioso lo bien que se complementan los sonidos de las distintas bandas. Aunque comparten bastantes rasgos, es ideal el hecho que no sean dos grupos de estilos idénticos. Tanto se puede oír los ritmos marcados, las guitarras y el sonido dance-rock tan significativo de Franz Ferdinand, como los sintetizadores, el piano juguetón y la siempre fina ironía de Sparks. Afortundamente, la inteligencia de las letras de los de Los Ángeles no se ha perdido y se puede notar a la perfección en cada una de las canciones que forman FFS, y que tratan una gran variedad de temas: la soledad en Piss Off, los ricos y famosos en The Power Couple, los malos románticos en Johnny Delusional, e, incluso, de las malas colaboraciones entre artistas en Collaborations Don’t Work.

De la misma forma, creo que lo mejor del álbum es cómo se complementan y fluyen a la perfección las voces de Alex Kapranos (Franz Ferdinand) y Russell Mael (Sparks), tanto en aquellos momentos que cantan los dos a la vez como cuando parece que se estén batiendo en duelo. El falsetto lírico del segundo da paso a la voz más de barítono del primero creando una dinámica armónica llena de riqueza y contrastes. El mejor ejemplo de este juego vocal está en la canción que abre el disco.

Además de 100% bailable, lo que también pone de tan buen humor al escuchar este disco es la ironía siempre presente, convirtiendo este disco en una pieza divertida de escuchar, como si alguno de los miembros de los Monty Python se hubiera filtrado en el proceso de creación. Pero de la misma forma que este atributo puede hacer pensar en algún musical de los años 80 de Broadway, también se pueden escuchar una gran variedad de géneros musicales que se mezclan con inteligencia y originalidad en FFS. El glam rock, el new wave y el synthpop de Sparks se unen al indie y al dance rock de Franz Ferdinand, creando una gran pista de baile similar a la de Saturday Night Fever en la que tanto suenan canciones que pueden parecer un Kraftwerk vs A-ha en So Desu Ne como otras bien distintas que pueden hacer pensar en cómo podría ser un David Bowie en acústico con Arcade Fire en Little Guy from the Suburbs.

Quizás es un poco demasiado largo el disco, por la mitad el nivel disminuye un poco y se hace un poco repetitivo. Pero el principio y el final del disco no tienen pérdida; un trabajo que, por seguro, gustará tanto a los fans de Sparks como a los de Franz Ferdinand. Además del brillante primer single del álbum, Johnny Delusional, otros de los temas más destacados de FFS son Piss Off, Call Girl, Little Guy from the Suburbs o Collaborations Don’t Work.

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