Palabras mayores, amigos de CrazyMinds. Fernando Alfaro es historia viva de la música en España. Fue integrante de uno de (por poner un límite subjetivo) los cuatro mejores grupos indie de la historia de nuestro país, Surfin Bichos, y dueño de una carrera en solitario (o con el alter ego de Chucho) que le hace un imprescindible para cualquiera con interés en el rock en castellano.
Producido por Darío Vuelta (también bajista), la banda que le acompañará estará formada por Xavi Molero a la batería y los cómplices de la última gira de Sidonie (todavía en marcha), Marcel Cavallé a la guitarra (y antiguo miembro de Selenitas) y Eduardo Martínez en los teclados (ha girado entre otros con La Labitación roja y Partido).
Velero abre el disco (y también la promoción como primer single) con unos persistentes y bonitos teclados (como en muchas de las canciones) y con los habituales juegos de palabras y dobles sentidos de Fernando. Humor e ironía en grandes letras.
Ya sea en las menos enérgicas como Tempus fugit o Me hiere, no me hiere o en las más aceleradas como Arrancando las vías, se mantienen sus señas de identidad. Pesimismo, bromas (que en ocasiones se presumen casi privadas) y cosas que se terminan.
“Siempre me estoy suicidando
me arranco las penas arrancando las vías del tren
Estoy perdido
pero eso me hace libre
estoy perdido sin ti»
El disco está lleno de cambios de ritmo, canciones más rabiosas, medios tiempos o casi baladas de ¿amor? Por ejemplo, Saariselkä Stroll, lo más parecido a una trayectoria vital que hay en el disco y que acaba como es habitual en Fernando con un irónico pesimismo, con una palabra que no sabe muy bien por qué le viene a la cabeza como despedida, cucurbitácea…)
Y llega Se aniquila piso y vienen a la memoria algunos de los mejores pasajes de Surfin Bichos como Rifle de repetición o Fuerte. Una actitud siempre punk unida aquí a unos rabiosos riffs.
Y aunque se ha hablado mucho de Saint-Malo como un disco luminoso, son varias las ocasiones en que nos encontramos despedidas. Algunas más nostálgicas como el adiós a la niñez o adolescencia de La luna aplastada, o más inquietantes como Eso fue todo donde podemos estar ante una especie de ajuste de cuentas a un pasado del que alejarse o una despedida más general, esperemos que no del mundo de la música.
Su tercer disco en solitario tras Carnevisión y La vida es extraña y rara estaba tardando mucho en llegar a nuestros reproductores. Y es que son ya muchos años recorriendo los difíciles caminos del indie en España, más de 25, y 11 discos publicados. Poniendo los cimientos junto con quizá Los Planetas (de los que se contagian mutuamente más cosas de las que parecen a simple vista) para que, a pesar de la que está cayendo, sea todo un poco más fácil.
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