Joshua Tillman es uno de los personajes más entrañables del panorama alternativo actual. Su paso por Fleet Foxes, sus ocho LPs en siete años, su sarcasmo, o su adorable penúltimo álbum le han dado a lo largo del siglo XXI una paulatina notoriedad que parece consumarse justo ahora. Pure Comedy llega como un disco extremadamente incómodo, de esos que da reparo escuchar, un retrato de una era narcisista, desesperante y aparentemente avocada al desastre. Con una temática que ya se podía prever en I Love You Honeybear, su tercer largo bajo el seudónimo de Father John Misty ataca a la sociedad del consumo, y comenta con sumo detalle y tristeza el presente.
Pure Comedy es una oda de folk barroco y épico a la era del internet y quienes la habitamos con mayor o menor conciencia. Su capacidad de conectar el género con la realidad a la que alude es tan potente en unas ocasiones como chocante en otras. A pesar de llenar de hermosos arreglos orquestales y grandes movimientos los -a veces farragosos- 75 minutos que dura, una vez más Tillman procura dejar todo el peso de la narración en las letras. Su tono ácido, jocoso y cínico, que ya es su marca personal, recoge con franqueza y sin mucha floritura lírica (lo que lo hace más pasable) una colección de experiencias e historias imaginadas acerca de un momento cultural entre distópico y totalmente cierto. El norteamericano se sabe un hipócrita hablando desde su posición privilegiada, pero esta misma aceptación personal le concede una cercanía cálida que hace que su discurso cale.
El álbum es -de seguro- excesivamente largo, y también un paseo por este escenario representado en la portada, que se dibuja como un futuro finalista y positivo tras la línea de un inacabable sarcasmo. Los arreglos orquestales se tornan realmente idílicos y de una nostalgia apocalíptica en los temas más pausados, como en Things that would have been helpful to know before the revolution o Birdie. Esto no elude la sensación de que Tillman no ha invertido ni un minuto en innovar, pues Pure Comedy es un disco repleto de riesgo en casi todas sus facciones, menos en la evolutiva, siendo un hermano mellizo de sus dos predecesores (técnicamente hablando). La pieza central es la decadente y autobiográfica Leaving L.A, un mastodonte de 13 minutos sin ningún giro instrumental determinante. Con infinitas estrofas de igual melodía Father John Misty llega a hablarnos de cómo casi pierde la vida siendo un niño, señalando este evento como el que le hizo caer en la cuenta de lo absurdo del mundo. La honradez con la que Tillman planta todas sus inquietudes canción tras canción termina resultando la clave para convertir Pure Comedy en el álbum sobresaliente que es. El cantante se expone sin ningún reparo, hablando de eventos que deberían inquietar a todo consumidor de música occidental que posea dos dedos de frente. Trata de arrancarse además sin éxito, -pues está en su piel, está en la música que hace- las etiquetas de hombre blanco norteamericano que hace música country subido a la ola del revival. Lo que él sabe hacer, lo que ha aprendido y practicado a lo largo de su vida es algo de lo cual ya no podrá desentenderse. Toda esta aflicción se ve consumada a través de las grandiosas cuerdas y la duración, que perpetra esta sensación de desasosiego para que el oyente tenga que interiorizarla por las buenas o por las malas.
Para la crítica no merece la pena sumergirse a analizar una por una las letras de Pure Comedy, ese es un trabajo reservado para el oyente y su conexión con el LP. Tillman plantea un mar de dudas y desazón inmenso, en el que merece la pena pararse a observar con detenimiento cada uno de los resplandecientes niveles de decadencia. Aunque Pure Comedy es un álbum de sonido, letras y espíritu amargos, lo que pretende es exhibir de forma dramatizada la desolación, pero no convertirla en única e infranqueable verdad. Presenta la dualidad de la creación del hombre, al borde del precipicio del desarrollo intelectual y técnico, alarmado por si quienes le rodean no perciben este dilema con la misma urgencia. El disco cierra con la colosal So I’m groing old on Magic Mountain (10 minutazos) y In Twenty Years or So. Esta última destaca por su delicadeza, y sus últimos versos, susurrantes y casi fundiéndose “there’s nothing to fear…”. Un mensaje de esperanza o de simple liberación del miedo, Josh Tillman dejándose ir y promoviendo un anuncio de paz, pero sabiéndose incapaz de hacerlo llegar con más crudeza que en los 70 minutos anteriores.
Pure Comedy se aúpa así al podio de los mejores discos de lo que va de año. Uno de esos extraños largos que en la cuantía de sus pretensiones se pierden y se encuentran constantemente a través de momentos de tremenda belleza, actualidad, urgencia y necesidad. Se siente como un álbum que debía llegar en este 2017, y también como la consumación (por el momento) a la carrera de Josh Tillman, uno de los autores folk más capacitados de nuestra generación.