34 años son muy pocos para que un músico muera. Si encima el músico tiene talento, como en el caso que nos ocupa, es doblemente pronto. Elliot Smith murió en 2003 con 5 discos en el mercado. Posteriormente, han aparecido infinitas canciones inéditas y se han publicado dos trabajos póstumos más. Uno de ellos es An Introduction to… Elliott Smith, del que hablamos hoy.
Sin embargo, en realidad nos interesa el Smith vivo. Su éxito, a pesar de que los humanos cronistas podamos ser muy malos, no pasa en ningún caso por un presunto suicidio. La fama le viene dada, sobre todo, a causa de su personaje, un tipo que se abandonó en el vértice en el que se tocan placer y dolor.
Era un tío depresivo, alcoholizado y declaradamente adicto a las drogas. Además, tenía problemas de amor. Así que se regodeó en todo eso y nos dejó en herencia algunos temas delicatessen, como Between the Bars, Miss Misery o Angeles.
Al margen de la triste atmósfera que lo rodeaba, Smith disfrutaba de dos cualidades imprescindibles para ser un buen músico: las influencias variopintas y la curiosidad. Es por eso que en sus últimos años, a pesar de su adicción al crack y a la heroína, investigaba con el noise y con el iMac de su novia. Y, probablemente, también por eso nos ha obsequiado con un legado musical lleno de recovecos, donde caben desde bandas sonoras de grandes producciones de cine a músicas de mayor intimismo que pretenden contar un pedazo de vida.
En uno de sus mejores temas, Pictures of Me, Smith decía «No me sorprende en absoluto, y realmente, ¿por qué debería ser? No ven nada malo. Estoy tan harto y cansado de todas estas fotos de mí».
Cansancio y apatía como denominador común en infinidad de creadores. Smith no fue menos. Sus temas tratan de forma recurrente sobre las drogas, la pena, los tormentos morales. Se aproxima a la generación beat en contenidos y, aunque le quede un poco lejos cronológicamente, comparte con ella el rechazo a los valores clásicos norteamericanos.
Podemos relacionarlo, de alguna forma, con músicos como Nick Drake, que también murió muy joven -antes de cumplir los 30- y que luchaba contra la depresión y el insomnio. Drake, a pesar de no ser un autor reconocido por el gran público, ha significado escuela e influencia directa de grandes bandas. En el propio sonido de Smith podemos desenterrar ecos e influencias de este cantautor inglés.
De todos modos, y a pesar de los oscuros temas de sus letras, Smith es de lo más suave musicalmente hablando. Destila lentitud en las notas y trabaja los versos con detenimiento. Me parece de lo más recomendable, además de escuchar sus canciones, leer sus letras en profundidad.
No cabe duda de que Smith fue un buen músico, al que hay que prestarle atención, en especial aquellos que albergamos la pretensión de tener la mente abierta. Su recién publicado recopilatorio me parece de lo más adecuado. Tanto para novatos como para los amantes clásicos de Smith.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8/10