Aires tenebrosos, sombríos y con ese humor negro que tan bien caracteriza al conjunto navarro, su anterior trabajo Diamantes sigue presente, al menos en espíritu.
Y es que no encontramos ningún hit como lo fuera Toro, pero sigue ahí ese bajo característico con coros repetitivos con gancho que atrae cual fosforescente al mosquito veraniego de turno.
El primer single de este LP, Babel, viene precedido por una breve introducción que viene de perlas para ir sumergiéndonos en el inquietante y críptico mundo de los de Pamplona.
Agresividad (“¿quieres joderme? ¿vas a joderme? ¿quieres joderme? ¿vas a por mí?”) y sugerencias de todo tipo, que crean un estado de vigilia y provocan cierta intranquilidad, mientras no podemos evitar mover el pie, anclado por el tobillo al suelo, arriba y abajo. Su ritmo es irresistible, y es que se puede decir que Babel mejora con cada escucha.
Se sucede en todo el disco el tema de la muerte, especialmente en el tema que da nombre al álbum, envuelto por un sintetizador hipnótico y riffs de guitarra que invocan encuentros con la parca de mano de líneas como ésta: “Un coche bomba estalla en Moscú/Un supermercado arde en Madrid/Venecia apesta cada día más/Escaparates rotos por San Valentín/Un ferry a la deriva sin capitán/Ballenas muertas en San Sebastián…”.
Sugerentes cuanto menos las estrofas que canta Cristina Martínez, haciendo de éste uno de los temas con más fuerza del disco.
Las influencias ochenteras se dejan escuchar en Escalofrío, heredera directa de las bandas goth, new wave o post punk británicas de esa época. Un riff que recuerda a Visage nos lleva a estos tan variados estilos de los cuales la banda se nutre para enriquecer todo un mundo que ellos han ido creando, esa atmósfera mística que se va conformando y se solidifica disco tras disco.
A destacar también esa parte instrumental de A la espalda del mar, que refuerza a una precedente letra llena de desesperanza, como antesala de Anzuelos. Se puede comprobar cómo el sonido de la banda se ha ido refinando de sus inicios a este renovado sonido, aparentemente menos agresivo, pero con letras afiladas como puñales que consiguen transmitir sin esfuerzo esa rabia y esa fuerza a través de esas líneas instrumentales tan reconocibles.
Puede que algún tema que otro pase desapercibido debido a sus camaleónicas similitudes de estilo, si bien los matices entre unas canciones y otras dotan de una sencilla riqueza melódica al disco que hacen que se disfrute mucho más del álbum.
El tramo final (es decir, Susúrrame, La lombriz de tu cuello y Entre Cactus y Azulejos) es un reguero de pólvora que empieza poco a poco a prenderse y termina en una locura general bien construida, un final a la altura de todo el conjunto.
Es un disco breve que no llega a los diez temas, lo que no quita que su intensidad se apodere de los casi cuarenta minutos que dura. Si lo bueno si breve, dos veces bueno, El Columpio Asesino lo ha hecho muy bien, y es que no hay nada mejor que expresar un mensaje contundente sin andarse con rodeos.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 7/10
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