Mark Oliver Everett es un artista de una personalidad, digámoslo así, compleja. Su tormentosa vida, como ya nos contó él mismo en su magnífica autobiografía Cosas que los nietos deberían saber, ha estado marcada por demasiados episodios grises y sufrimiento, tanto que sería difícil de aguantar para cualquier mortal.
Pero la vida es una continua alternancia de momentos luminosos con otros de la más absoluta oscuridad y eso es algo que, casi por norma general, define la música de Eels desde sus comienzos. De eso habla pues la propuesta de Mr. E, de sobrevivir, aguantar y aprender a relativizar los constantes golpes que uno va recibiendo a lo largo de su vida. Quizás no se trate solo de esto, sino de aprender a asumir los cambios, a convivir con ellos y dejar que su influjo empape tu existencia hasta hacerla más llevadera, más optimista si cabe.
Tras los excelentes álbumes que Eels publicaron en los 90, encabezados por el formidable Electro-Shock Blues (1998), llegó una época algo más irregular pero en la que casi no se aprecian altibajos reseñables. Es cierto que no se llega a la excelencia en la mayoría de los casos, pero también lo es que la calidad general de todos los trabajos de Everett está por encima de la media. De esta forma se ha ido construyendo una carrera casi de culto, donde la coherencia impera por encima de otras necesidades y donde la banda estadounidense ha ido regalándonos pequeñas joyas de manera constante a lo largo de los años.
The Deconstruction mantiene el pulso del fascinante mundo interior que encierra Mark Oliver Everett y sigue la línea musical de sus anteriores entregas. Compuesto por 15 temas, el disco que nos ocupa tiene los ingredientes necesarios para reafirmarnos en todas y cada una de las ideas expuestas anteriormente. Today Is The Day y la propia The Deconstruction brillan con luz propia, en tono pop cristalino, pulido y sin apenas aristas; mientras que Bone Dry y Sweet Scorched Heart nos devuelven la crudeza y el sonido más sombrío tan necesario para equilibrar el conjunto.
Hay agilidad (You Are The Shining Light), y lentitud (The Epiphany), alegría y tristeza, destellos y apagones… la dicotomía es constante en The Deconstruction, disco que, haciendo honor a su propio título, se puede descomponer en diferentes fragmentos que cuenten historias aparentemente inconexas entre sí. Pero realmente estamos ante pequeñas partes de un todo cuyas piezas, al unirse, dan forma a la propia existencia humana o al menos al universo que cada persona aloja en su interior, donde nada es tan deprimente ni tan exultante como parece.